El Señor acabó de hacer el mundo.
Luego descansó.
Se acostó bajo un árbol; cruzó los brazos, y perdió la mirada en las nubes que pasaban como barcos de lluvia por el cielo.
Adán llegó a donde estaba el Señor, y se sorprendió al verlo así, desocupado.
-¿Qué te pasa, Señor? -le preguntó lleno de asombro-. No estás haciendo nada.
-Te equivocas -contestó el Creador-. Estoy haciendo algo.
-¿Qué es? -volvió a preguntar Adán sin entender.
Se estiró el Señor, bostezó largamente y respondió con fatigada voz:
-Estoy haciendo el lunes.
¡Hasta mañana!..