Murió un hombre, y llegó al Cielo.
San Pedro, el apóstol de las llaves, le dijo terminante:
-No puedes entrar en la morada celestial. Según mis libros te corresponde estar en el Infierno.
Replicó el individuo:
-Ya lo sé. Pero vengo de Saltillo.
El portero celestial se impacientó:
-¿Y sólo por ese mérito crees tener derecho a entrar aquí?
-No -admitió el recién llegado-. Pero necesito estar en el Cielo un tiempo, y luego en el Purgatorio, antes de ir al Infierno. Como te dije, vengo de Saltillo, y debo ir bajando de calidad de vida poco a poco.
(Nota: Mi amadísima ciudad cumple hoy 434 años de existencia. Con ese cuentecito le digo que éstas son las mañanitas que cantaba el Rey David).
¡Hasta mañana!..