Había en el rancho un hombre privado de razón. Vivía de la caridad de la gente. Su locura era muy extraña: consistía en decir una y otra vez una sola palabra: María.
"María" -recitaba siempre.
Los niños se reían de él, y hacían burlón eco a su palabra. El pobre orate ni siquiera se daba cuenta de eso. Arrobado, seguía repitiendo por donde iba: "María, María"...
Cuando murió -narran en las cocinas las mujeres- de su boca salieron cinco flores, una por cada letra del nombre que decía.
El amor de aquel loco ¿sería amor del cielo o de la tierra? Quién lo sabe. Todo amor tiene algo de terrenal y de celeste, y algo tiene también de locura. Lo que me gusta de la leyenda es el milagro de las flores. Porque todo amor tiene algo de milagro.
¡Hasta mañana!....