En medio de truenos y relámpagos el Señor entregó a Moisés sus mandamientos.
(Ya se adivina el humor en que estaba).
-Ve -le dijo- y entrega ese decálogo a mi pueblo.
Moisés obedeció. Bajó del monte Sinaí y entregó a los israelitas los mandamientos de la ley de Dios.
Volvió a subir poco después.
-¿Qué sucede? -le preguntó, adusto, Yahvé.
-Señor -habló con humildad Moisés-. Tu pueblo me envía a preguntarte si el sexto y el noveno mandamientos, esos que prohíben fornicar y desear a la mujer del prójimo, no pueden quedar en simples recomendaciones.
¡Hasta mañana!...