Murió don Juan, y llegó a las puertas del Cielo. San
Pedro, el portero celestial, le preguntó curioso:
-¿A cuántas mujeres amaste?
-No me acuerdo -contestó él.
-Dime, al menos el nombre de alguna de las mujeres
a las que poseíste.
-Nome acuerdo -respondió don Juan-. Los caballeros
no tenemos memoria.
En eso llegó el Señor. Sabía que Don Juan había amado
mucho, y que en todas las mujeres amó en verdad a
una sola. Le ordenó a San Pedro que le abriera las puertas
del paraíso.
-Pero, Señor -objetó el ceñudo apóstol-, este hombre
cometió muchos pecados.
Replicó el Augusto:
-No me acuerdo.
Y es que también Él es un caballero.
¡Hasta mañana!...