No ha salido la luna todavía, y en el Potrero el cielo está lleno de estrellas.
Desde la puerta, mi pequeño nieto mira el prodigio de la noche. Luego nos llama a gritos:
-¡Miren cuántas estrellas! ¡Vengan, a ver si entre todos podemos verlas todas!
Los cielos y la tierra cantan glorias que los hombres ya no vemos, ocupados como estamos en la inútil tarea de mirarnos a nosotros mismos. Bueno sería olvidar lo que hemos visto, y empezar a ver de nuevo. Así lo miraríamos todo por primera vez, como los niños miran.
Entonces en verdad miraríamos.
Entonces en verdad nos miraríamos.
¡Hasta mañana!...