Al principio Eva se cubría con una hoja de higuera.
Sin embargo se cubría sólo para tener luego la oportunidad de descubrirse.
Así, cada vez fue escogiendo hojas de menor tamaño, hasta que llegó a la del perejil.
La vio el Señor así vestida -o, mejor, así desvestida- y meneó la cabeza igual que hacen los hombres cuando ven a sus mujeres así vestidas, o desvestidas así.
-No cabe duda -pensó el Creador mirando a Eva-. Ya está lista para el pecado original.
¡Hasta mañana!...