En el cielo azul negro de la noche la luna del Potrero está en menguante.
Oscurecidos por la sombra los álamos empiezan a pintar sus hojas con el sepia y el ocre del otoño.
Se irá la luna. Se irán las hojas de los árboles. Pero a la vuelta de los días el resplandor del plenilunio llenará otra vez el cielo, y luego del reposo del invierno los álamos tendrán follaje nuevo.
Los hombres somos igual que luna o árbol. Con ellos formamos parte de la eterna vida. Si la luna es creciente después de ser menguante, ¿no creceremos nosotros en una nueva vida después de esa mengua que se llama muerte? Es cierto: el verano se hace otoño. Pero el invierno es anuncio cierto de otra primavera.
¡Hasta mañana!...