El nogal más antiguo de la huerta es el que tiene más nueces, y más grandes.
Desde que el Potrero es el Potrero ese nogal ha estado ahí. Don Ignacio de la Peña y Peña, el fundador del rancho, ya anciano y paralítico, miraba pasar los días a la gente sentado en su silla de ruedas bajo la sombra del gran árbol.
Hace unos años un rayo partió su tronco en dos. Pensamos que el nogal iba a morir. Siguió viviendo, y ahora su fronda es más grande y más verde, y más pródigo su fruto.
Hieren, igual que el rayo, el tiempo y los quebrantos de la vida. Pero el nogal me enseña que la vida sigue, y que debemos merecerla hasta el final poniendo sombra generosa y abundante fruto en la vida de los demás.
¡Hasta mañana!...