Don Abundio está sentado bajo el nogal grande a la orilla del camino. Dirá después que estaba viendo cuánta nuez tiene el nogal. La verdad es que duerme. A sus 87 años sentarse bajo un árbol y dormirse es una misma cosa.
Lo despierta un excursionista que pasa por ahí con su mochila al hombro.
-Perdone usted, señor -le pregunta el muchacho-. ¿Cuánto tiempo haré de aquí a Casillas?
-Sigue caminando -le contesta don Abundio.
El muchacho se desconcierta por la respuesta abrupta. Pero el viejo se explica:
-Sigue caminando, para saber a qué paso caminas. Así podré decirte cuánto tiempo harás.
Una vez más el viejo socarrón me ha enseñado algo: para saber algo, primero hay que saber algo.
¡Hasta mañana!...