El Señor creó al centauro.
Pero una vez terminada no le gustó la extraña criatura, mitad caballo y mitad hombre. Se propuso entonces corregir lo hecho, para lo cual llamó al centauro y le comunicó su decisión de transformarlo.
El centauro quedó pensativo y luego dijo.
-Soy mezcla, Señor, de muy distintos seres. Una de mis partes es de criatura inteligente, llena de nobleza; la otra es de bruto, de animal de muy bajos instintos. Transfórmame si quieres, pero completando la mitad que tengo inteligente y noble, y destruyendo lo bestial y lo bajo que hay en mí.
El Señor accedió. Sumió al centauro en un profundo sueño y le quitó su parte de caballo, dejándolo todo hombre.
Cuando el centauro despertó, se vio a sí mismo y preguntó luego desolado:
-¿Por qué, Señor, no hiciste lo que te pedí?
¡Hasta mañana!...