Cuando el Señor hizo al flamenco, esta graciosa ave no tenía el color rojizo que ahora tiene. El tono de su plumaje era grisáceo.
Cierto día el Creador se topó con el flamenco y se asombró al ver sus nuevas plumas, de un rosa intenso que tiraba a rojo.
-¿Qué te sucedió? -le preguntó el Señor al pájaro-. ¿Por qué ahora tus plumas son así?
-Es rubor, Padre -respondió el flamenco, apenado.
-¿Rubor? -se sorprendió el Augusto-. ¿Qué hizo que te ruborizaras?
-Tengo un hijo, Señor -contestó el pájaro bajando la cabeza-, y me acaba de decir que va a ser diputado plurinominal.
¡Hasta mañana!...