Dios le dijo a Noé que iba a hacer llover 40 días y 40 noches. Debía construir un arca.
Noé, que gustaba del vino más que de la carpintería, le preguntó al Señor si no bastaría con un paraguas. Yahvé respondió que aquello no sería un chipichipi: sería un diluvio universal.
El patriarca, a querer y no, se puso a fabricar el arca. Tardó mucho en hacerla, pues su mujer lo interrumpía a cada rato. "Ya métete -le decía-. ¿No ves que va a llover?".
El diluvio fue uno de los muchos castigos que inventó el Creador a fin de mantener a los hombres en el buen camino. Ya no hay diluvios. Ahora hay otros males: la política, la guerra, el crimen. Pero a los hombres no les gustan los caminos buenos. Por eso sigue habiendo esos otros diluvios, para los cuales no hay ninguna arca.
¡Hasta mañana!...