En el norte llamamos papalote a lo que en Yucatán llaman veleta, y molino de viento en otras partes.
Pues bien: pusimos un papalote en la antigua labor llamada El Temporal, en el Potrero, y he aquí que de pronto el gris paisaje se hizo bello.
El papalote es una máquina; una máquina para sacar agua. Pero es una máquina hermosa. Si alguien piensa que no puede haber belleza en una máquina es porque ignora que a la belleza se le pueden aplicar las mismas palabras que a propósito de Dios dijo Ripalda: está en el cielo, en la tierra y en todo lugar.
Pusimos en El Temporal un papalote.
Y ahora tenemos ahí un cuadro de Andrew Wyeth.
¡Hasta mañana!...