Mi casa se va llenando ya de Navidad.
Hemos sacado de sus cajas las figuras que formarán el Nacimiento. Ya salió el ermitaño, y apareció igualmente su eterno compañero, el diablo. Sacamos también ovejas y pastores, el quieto lago de papel de plata, el coro de los ángeles cantores, y el buey y la mulita del pesebre.
Vendrá luego el Misterio -Jesús, María y José, piadosa letanía-: la madre arrobada en la contemplación del niño; el carpintero, humilde, cuidando de los dos.
De barro son esas figuras. De barro, como yo. Algunas han estado conmigo desde que era niño. Mi barro es ahora lodo; el de ellas guarda la limpidez de los primeros años. Pero sobre el lodo y el barro pone el Misterio luces de esperanza, y en este viejo Nacimiento late la promesa de un nacimiento nuevo.
¡Hasta mañana!...