Está, desde luego, el Misterio: María, José, y el Niño Dios.
Están los ángeles y los pastores, representantes aquéllos del Cielo, éstos de la Tierra.
Están la mulita y el buey, y las ovejas, y el burrito con su carga de leña, y los insólitos cisnes sobre la superficie del espejo convertido en lago.
Y está en su cueva el ermitaño.
Pero está ahí también el diablo, junto al fuego infernal hecho con papel celofán rojo.
Eso hace nacer en mí un pensamiento esperanzado: todos cabemos en el Nacimiento. Todos tendremos al final esa nueva vida que nace del absoluto Amor.
¡Hasta mañana!...