Cuando María y José llegaron al portal, el buey y la mulita ya estaban ahí.
Y en el principio, cuando Adán y Eva fueron creados, los animales de la tierra, del cielo y de las aguas también ya estaban ahí.
De eso hemos de desprender un pensamiento: nosotros -quiero decir la especie humana- somos los recién llegados.
Debemos, pues, respeto y consideración a nuestros mayores.
Nuestros mayores son las demás criaturas de este mundo.
Arrodillémonos ante Jesús, José y María.
Pero arrodillémonos también frente al buey y la mulita.
¡Hasta mañana!...