EN COLABORACIÓN ANTERIOR se dijo en esta columna que Torreón se ve triste; la realidad es que se ve triste porque está realmente triste y por muchas y fundadas razones. Una de las primeras es que el crimen se ha enseñoreado en nuestras tierras sin que las autoridades locales, estatales o federales hayan podido hacer algo significativo para disminuirlo. Por el contrario, las calles son ahora como aquéllas de los viejos pueblos del lejano oeste norteamericano.
SE NOS VA DON BIBIANO, lo que es un pésimo mensaje para todos, no precisamente porque haya sido un excepcional jefe de Policía en estos tiempos difíciles, sino porque manda un deplorable mensaje a la sociedad.
Parecería que se va por que no pudo o quizá por que lo obligaron a cambiar de rumbos. De cualquier manera, el mensaje es muy desilusionante pues parecería que los malos ganaron un round.
TENEMOS ADEMÁS las balaceras y narcobloqueos sucedidos en Saltillo, precisamente el mismo día y hora en que Humberto Moreira tomaba posesión como presidente del CEN del PRI en la histórica ciudad de Querétaro. (¿Simple coincidencia o casualidad?). Los tiroteos en la vía pública y las persecuciones tipo las películas sobre el legendario Al Capone en Chicago son la comidilla diaria. Todo ello con los daños colaterales en perjuicio de civiles que tuvieron la malísima fortuna de encontrarse en el lugar equivocado a la hora equivocada.
ESTO HACE QUE NUESTRA ciudad se vea triste; pero a esto habrá que añadir la visión depresiva y desanimada que se impone a la población, con motivo de la destrucción de miles de árboles como consecuencia de las últimas heladas.
SIN DUDA es el momento que Eduardo Olmos alcalde de esta abatida ciudad, para que tome el toro por los cuernos y convoque a la sociedad civil para organizar, con ella, una gran y generalizada campaña de reforestación. Nuestra ciudad fue denominada en sus buenos tiempos como “La ciudad de los grandes esfuerzos”. Es tiempo de retomar nuestros viejos fueros.
LA REFORESTACIÓN de la ciudad deberá hacerse de inmediato. No puede esperar ni quedar sujeta a los ritmos de esa burocracia que todos conocemos como lenta y tarda. Una reforestación diferida podría ser de fatales e irreparables consecuencias para la ciudad, pues los ritmos y ciclos del desarrollo de plantas y árboles tienen sus propios tiempos biológicos.
ESTE PROBLEMA, que podría no parecernos prioritario o urgente, sí lo es. La ciudad está desmantelada en su equipamiento urbano, y resolver este problema es un deber prioritario para el Gobierno Municipal y al Programa de Reforestación: Urgente cual deberá avocarse. Varias plumas laguneras (Héctor Astorga, Francisco Valdez Perezgasga y otros), han venido señalando esta contingencia sin que hasta la fecha el Ayuntamiento haya anunciado un Programa Especial de Reforestación.
SE TRATA DE UN ASUNTO que sí depende de la acción municipal y también de los propios ciudadanos que organizados y coordinados con la autoridad, sí pueden y deben resolver.
A MEDIDA QUE PASEN los días, a los problemas que ya sufre esta abatida ciudad, se vendrá a sumar el aspecto fantasmagórico de sus calles y avenidas, hoy pobladas de miles de árboles muertos que dan fe como mudos testigos, de la indolencia y pereza de todos, muy especialmente de las autoridades.
SI NO PODEMOS siquiera resolver el problema urgente de una reforestación generalizada de la ciudad, estamos, muy pero muy lejos, de resolver otros problemas más graves y difíciles como son la miseria generalizada y la inseguridad.
MANOS A LA OBRA
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