COMO EN SUS MEJORES TIEMPOS, Una pandilla de policías del Estado de México irrumpió en el domicilio del poeta Benjamín Bartolomé para practicar sin orden judicial (si no qué chiste tiene) un cateo. Durante la diligencia los elementos policiacos se desempeñaron apegados con esmero, delicadeza y finura a los ya empolvados manuales policiacos de la vieja y temida Gestapo alemana y de la KGB estalinista.
EL ATROPELLO Sembró el terror y pánico en la familia que vivía en el domicilio allanado y puso nuevamente de manifiesto el peligro en que estamos millones de familias mexicanas, de ser asaltadas en cualquier momento por policías enmascarados portadores de armas de alto poder.
TODO ESTO No tendría la mayor importancia ni seria una novedad digna de ser mencionada en los medios, ya que en nuestro país se viola las garantías individuales de los mexicanos por la mañana, por la tarde y también por la noche; pero se dio la circunstancia que durante la arbitraria diligencia, un pillo del comando policiaco que irrumpió en el domicilio del poeta, se robó, "clavó", sustrajo o lo que sea, un estimado reloj de pulsera propiedad del señor Efraín Bartolomé regalo de su abuelita y por lo mismo, muy querido y estimado.
LA CONDUCTA DELICTIVA Pone de manifiesto el modus operandi de los policías encargados de catear domicilios, que no es otro, que robarse todo lo que puedan durante la diligencia; pero en el caso, el tiro les salió por la culata. Resulta que el ofendido tenía acceso a los medios y denunció el latrocinio que divulgado en los periódicos, noticiarios de radio y en la televisión fue más que suficiente para que el señor procurador general de Justicia del Estado de México, licenciado Alfredo Castillo Cervantes, se apersonara humildemente y en tres ocasiones en el domicilio allanado, para pedirle perdón al agraviado y a su familia.
PERO AHÍ NO QUEDARON Las cosas. El señor procurador en un acto tipo del Mago Mandrake, le hizo entrega y devolución (¡milagro, aleluya!) del reloj que le habían robado durante el cateo. Hasta aquí las cosas parecen más o menos bien, pero ahora resulta que el procurador Castillo Cervantes declaró que no le ha sido posible identificar ni localizar a ratero policía ministerial que se apoderó del reloj.
Y UNO SE PREGUNTA: Si el procurador pudo recuperar el reloj, ¿cuándo, cómo y de quién lo recuperó? La lógica nos dice que no pudo haber sido de otro polizonte que del mismo que se lo había robado; sin embargo el procurador de Edomex sí trata de encubrir a sus rateros policías. La pregunta sería: ¿dejará de encubrirlo para que la ley no lo castigue o se acumulará al caso del arbitrario cateo la impunidad de los rateros?