Crimen Sin Nombre
Jueves en el Casino Royal de la ciudad de Monterrey, no tiene nombre ni antecedentes en la historia criminal de este país. Se necesita tener un alma podrida para ordenar a unos drogados o no drogados, que cargaran en la camioneta tambos con gasolina, que se presentaran en el casino, que lo rociaran con la gasolina y le prendieran fuego cuando en su interior se encontraban cientos de personas, la mayor parte de ellas mujeres y de la tercera edad, los que en un inocente jueguito de las maquinitas habían encontrado una sana y pacífica diversión.
O la lucha entre los diferentes carteles que manejan estos centros de diversión, pudo haber sido la causa de la tragedia; pero sin duda, todo se hizo por dinero y por puro cochino dinero. ¿Qué pensarán ahora esos despistados señores que se auto llaman cruzados por un pacifismo mal entendido y que exigieron al presidente de la república les pidiera también perdón a los criminales por sus actos y atrocidades?
Pone de manifiesto lo peligroso que pueden resultar este tipo de diversiones. Lo que por un tiempo parecía ser una simple inocentada, se ha convertido en un peligro latente que puede llegar a sufrir cualquier ludópatas, como lo sufrieron los de Monterrey.
En los medios y en las cámaras legislativas, el asunto del establecimiento del juego tipo Las Vegas en los principales destinos turísticos en nuestras costas, los que se oponían sacan de inmediato el argumento de que ese tipo de actividad sería controlada finalmente por las grandes mafias internacionales que manejan esos negocios, que, que se desnaturalizaría la vocación turística de nuestras playas y destino y que finalmente, todo aquello acabaría en manos de los cárteles internacionales.
Una posición intermedia: No al juego tipo Las Vegas, pero sí permisos para los casinitos con máquinas electrónicas que no operándolas los ludópatas con monedas, sí las harán trabajar con tarjetas inteligentes.
Muchos empresarios buscaron y consiguieron los anhelados permisos para el juego, e instalaron casinos en todas las ciudades importantes de la república. Estos Casinos se convirtieron rápidamente en centros de diversión y esparcimiento para muchos, muy especialmente para las mujeres y personas de la tercera edad. Hasta ahí todo iban bien y nadie más, excepto los bolsillos de los jugadores salían perjudicados.
El enfrentamiento entre grupos rivales que queman casinos con las personas adentro y sin ninguna misericordia, lo que automáticamente hace de estos centros de riesgo y peligro extremo. En su momento, el Gral. Lázaro Cárdenas del Río cerró los casinos de Ojo Caliente en Tijuana, el Casino de la Selva en Cuernavaca y otros centros de juego en el país. El Presidente Calderón y la sociedad deberá replantearse el asunto de los casinos, ya que después de lo sucedido en Monterrey, se podría activar una bomba de tiempo dentro de las guerras interna de los cárteles.
Lic. Víctor González Avelar
Notario Público número 47
Torreón, Coahuila, México.