Foto: REDACCIÓN LA I
En las aulas de cartón y madera ha visto a los niños titiritar de frío y cómo se soban el estómago de hambre. Mara Mayné Romero Orozco es una maestra de apenas 33 años de edad, pero ya contribuyó a que decenas de niños de escasos recursos tuvieran una escuela digna para estudiar, y en la actualidad lucha por la construcción de otra más.
En la familia de Mara Romero todos son maestros, y aunque tuvo la oportunidad de estudiar la Licenciatura en Sistemas al final decidió seguir los pasos de sus abuelos y padres.
Como maestra ha recorrido comunidades alejadas como Jimulco, Trinidad, y Juan Eugenio, en donde daba clases a niños de preescolar.
Aunque en esas comunidades había escuelas, algunas carecían de sanitarios y bebederos y los niños tenían que salir corriendo a sus casas cuando estaban sedientos o tenían ganas de ir al baño.
"Las maestras y yo, nos íbamos bien temprano todos los días en el camión de las seis de la mañana para llegar a dar clases".
Hacían como dos horas de camino y luego tenían que salir corriendo a la hora de salida para alcanzar el autobús de la una porque si se les pasaba se tenían que esperar hasta dos horas más por otro camión.
Como maestra lo de menos fue levantarse temprano todos los días para ir a dar clases, lo difícil fue cuando la enviaron al preescolar de la colonia Zaragoza Sur.
El preescolar eran tres jacales de cartón y madera, en donde no importaba si llovía, hacía frío o calor, las clases nunca se suspendían.
Ahí Mara vio por primera vez a sus alumnos temblar de frío porque no tenían ropa de invierno qué usar, y de cómo no lograban concentrarse en las clases por el hambre.
"Cuando llegué había tres salones de cartón y madera, y siempre parecía que llovía más adentro que afuera".
Para Mara no fue fácil ver a sus alumnos con ropa hecha jirones y con los zapatos desgastados o rotos.
"Son sólo niños y como maestras siempre queremos darles todo, y a veces alguno me decía 'tengo hambre' pero yo sabía que no era el único".
En Zaragoza Sur también aprendió a lidiar con alumnos violentos que le tiraban patadas o la mordían cada vez que se enojaban. "Pero poco a poco me los fui ganando, porque estoy convencida que a los niños hay que tratarlos con amor y respeto siempre".
En una ocasión, recuerda que uno de sus alumnos llegó temblando de frío porque el jacal donde vivía se quemó, "su familia perdió todas sus pertenencias y lo que hice fue recolectar ropa entre amigas para él y sus hermanos".
En la primaria de la colonia Zaragoza Sur, los padres de familia construyeron salones de adobe mientras la Secretaría de Educación y Cultura construía la escuela, pero en el preescolar soportaron cinco años estudiando en jacales de madera y cartón.
Cuando la Secretaría de Educación y Cultura comenzó la construcción del preescolar, los niños se sentaban a ver cómo trabajaban los albañiles, y le decían "órale maestra, ya vio que bonitos están quedando los salones".
Después de cinco años, finalmente los niños dejaron los jacales de madera y cartón, gracias a los padres de familia y a las maestras, entre ellas Mara, que nunca dejaron de luchar para que la SEyC construyera el preescolar.
"Y nunca voy a olvidar la carita de felicidad que pusieron cuando estrenaron sus salones, fueron cinco años de lucha y de aguantar el frío, la lluvia y el calor, pero las cosas mejoraron cuando la escuela estuvo lista".
A pesar de que el preescolar de Zaragoza Sur ya contaba con salones dignos, incluso hasta con un comedor donde Cáritas les preparaba desayunos a los niños, Mara no la pensó dos veces cuando la maestra Julieta López Bravo le propuso dar clases en casas de renta en la colonia Villas Zaragoza.
Para la creación del preescolar en Villas Zaragoza, se rentaron dos casas de renta en donde estudian hacinados 142 alumnos con un promedio de 34 por cada cuarto. "La verdad no me dolió dejar el preescolar de Zaragoza Sur, porque me emociona empezar de nuevo, por eso no la pensé dos veces cuando me ofrecieron dar clases en Villas Zaragoza, total si ya había trabajado en jacales pues me iba a sentir en la gloria en casas de renta".
En Villas Zaragoza no se puede construir el preescolar porque el Ayuntamiento no ha liberado el terreno que la SEyC necesita para esta obra. Las autoridades educativas estiman que podrían pasar al menos dos años o más para construir este plantel. "La verdad me emociona empezar de nuevo, es una satisfacción".
LO DIJO
"Es difícil dar clases en estas condiciones, pero también es una satisfacción personal"
Mara Romero
Maestra de preescolar
5
AÑOS
En este lapso impartió clases en jacales de madera y cartón.
1
AÑO
Tiene dando clases en casas de renta en el oriente de Torreón.