"... la minería de carbón, una cultura por sí sola, la más peligrosa ocupación del mundo."
Martin C. Smith
Tiene la minería del carbón una bien ganada fama como la actividad industrial de mayor riesgo. Miles de trabajadores mueren cada año por accidentes en las minas. La principal razón es que el carbón produce emisiones inodoras de gas metano que pueden generar explosiones.
La experiencia demuestra, sin embargo, que es posible reducir los riegos del carbón. En Estados Unidos y otros países avanzados el número de mineros muertos ha caído de miles al año a principios del siglo XX a una cincuentena hoy. En China, en cambio, siguen muriendo miles cada año.
México tiene un historial razonablemente bueno en materia de seguridad minera. La tragedia de Pasta de Conchos del 19 de febrero de 2006, en que murieron 65 mineros, sorprendió y escandalizó porque era una excepción. Hoy tenemos, sin embargo, una nueva explosión mortal en un pequeño pozo minero también en Sabinas, Coahuila. Han fallecido, al parecer, los 14 mineros que se encontraban en el interior. Uno más, un menor de 15 años, fue herido al ser alcanzado en el exterior por la explosión.
El pozo de Sabinas había empezado operaciones unos días atrás. Contaba con una concesión de la Secretaría de Economía, pero el dueño no informó a las autoridades del inicio de sus operaciones. Siete de los 15 trabajadores afectados por el accidente no estaban afiliados al IMSS. El menor no debía haber estado trabajando en ningún lugar.
La Cámara Minera afirma que las normas que rigen la operación de las minas en México son bastante buenas. Esto explicaría el número relativamente pequeño de muertos por la actividad. Sin embargo, como lo demuestra la nueva tragedia de Sabinas, persiste en algunas compañías la actitud de no hacer caso a la normatividad. Esto pudo haber influido en el accidente de una mina que llevaba muy pocos días de operar.
Hay cientos o miles de minas en la región carbonífera de Coahuila. Algunas, especialmente las operadas por compañías grandes, cumplen usualmente con los requisitos de seguridad. Esto no evita que pueda haber accidentes: Pasta de Conchos era operada por uno de los principales consorcios del país. Pero aplicar bien las normas disminuye los riesgos.
Las minas más pequeñas operan a veces en condiciones de abierta informalidad. El pozo en que se registró el accidente del 3 de mayo parece haberse encontrado entre los dos extremos: sí contaba con una concesión formal, pero no cumplía cabalmente con las normas.
Las autoridades locales se quejan de que las minas son reguladas por el Gobierno Federal y que incluso los ingresos por las concesiones se van directamente a la ciudad de México sin dejar nada a la comunidad. A los funcionarios locales, dicen, sólo se les requiere cuando hay rescatar a los mineros después de un accidente.
El Gobierno Federal, efectivamente, es responsable de la operación de las minas, y está bien que lo sea; pero carece de los inspectores que le permitirían realizar revisiones en miles de minas, especialmente aquellas que, como la que sufrió este accidente, no notifican a la autoridad de su inicio de operaciones o, incluso, nunca obtienen una concesión formal. La Secretaría del Trabajo tiene sólo 11 inspectores en Coahuila.
Nadie eliminará completamente los riesgos de la minería de carbón. México, por otra parte, no puede darse el lujo de dejar de producir este mineral. Pero si realmente el país tiene normas adecuadas, debemos buscar maneras de aplicarlas de forma más estricta para reducir al máximo la mortalidad en la ocupación más peligrosa del mundo.
La energía nuclear ha dejado en medio siglo de existencia poco más de 60 muertos, todos ellos por el accidente de Chernóbil de 1986. La minería del carbón mata en cambio a miles de mineros todos los años. La sociedad, sin embargo, se preocupa mucho más por los riesgos de la energía nuclear que por el uso del carbón.
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