El depuesto presidente egipcio Hosni Mubarak permanecerá en el hospital del balneario de Sharm-el-Sheik, ya que su deteriorado estado de salud impide su transferencia a prisión, anunció hoy la Fiscalía General de Egipto.
El exmandatario, quien enfrenta acusaciones por corrupción y por la muerte de manifestantes, fue sometido a exámenes y evaluaciones médicas, ante cuyos resultados se decidió que por el momento no será transferido a la cárcel, indicó la Fiscalía en un comunicado.
Mubarak, de 83 años, permanece bajo custodia en el hospital desde el pasado 13 de abril, tras sufrir una crisis cardiaca durante un interrogatorio, y su transferencia a prisión ha sido pospuesta en múltiples ocasiones debido a su mal estado de salud.
El reporte del comité médico que lo evaluó refiere que el derrocado líder 'sufre episodios de inconsciencia causado por problemas circulatorios y baja presión sanguínea, así como latidos cardiacos irregulares que podrían provocarle un infarto repentino'.
Además, describe al expresidente -a quien le resurgió un cáncer de colón- con una 'debilidad general y profunda depresión'.
Mubarak es acusado de fraude y enriquecimiento ilícito, así como de ordenar la muerte de manifestantes durante las protestas en su contra, que dejaron al menos 860 víctimas mortales y le obligaron a dimitir en febrero pasado.
Sus hijos Alá y Gamal también están detenidos en una prisión de El Cairo y enfrentan cargos por enriquecimiento ilícito, aprovechando su posición, y por malversación de fondos públicos, mientras que su esposa Suzzane libró la detención renunciando a sus bienes.
El abogado defensor de Mubarak, Farid El-Deeb, afirmó la víspera que la fortuna del expresidente no excede de un millón de dólares, que corresponden al ahorro de 62 años de trabajo, y garantizó que no tiene dinero en cuentas personales fuera del país.
Mubarak está 'muy triste y siente mucho que haya sido acusado' de ordenar que las fuerzas de seguridad dispararan contra los manifestantes, comentó El-Deeb en declaraciones a la prensa.