EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Necesitamos hechos

ADELA CELORIO

¡Retrasados sexuales, ustedes no quieren casarse y yo quiero mis nietos Haa!... reclamaba Genny a sus tres hijos, dos hombres y la nena; que exitosos profesionales, pasaban ya de los treinta sin que ninguno de ellos pensara en casarse.

Pero como las aceitunas, cuando salió el primero los otros dos le siguieron, y hoy, la casa de verano que como todo yucateco que se respete, tiene la familia en Puerto Progreso; se ha llenado de risas y llantos y mocos. De dinosaurios, pelotas y toda la parafernalia que acompaña a los niños. La producción niñícola ha sido abundante: cinco chiquillos ya hechos, dos en proceso de hacerse, y los que se acumulan durante el día en que aparecen los vecinos de cerca y de lejos.

Los amigos que como yo, llegan a acogerse a la hospitalidad de los anfitriones para compartir con ellos un cielo cercano y un mar quieto, tibio y nutricio como el seno materno. Sin televisión, Internet ni artilugios electrónicos que contaminen la convivencia, en la casona de Progreso los días se deslizan serenamente. La conmoción matutina consiste en que la abuela Genny convoca: -¡corran, vengan todos!- grita desde su blanquísima terraza abierta al mar donde los delfines hacen maromas para el asombro de niños y grandes. Poco después siguen su viaje marino mientras niños y grandes agradecemos su actuación con un nutrido aplauso.

La conmoción vespertina es a cargo de las parvadas de flamencos que en vuelo preciso y simétrico vuelven a Telchac, el pueblo vecino donde entre marismas y manglares, las aves se sueñan bailarinas de ballet. Después de desfile de las aves y todavía sentados en la arena; esperamos a que el sol se sumerja en el mar para asombrarnos con el prodigio cotidiano como si sucediera por primera vez.

Entre uno y otro asombro, comemos. Las exquisiteces salen a toda hora de la cocina, donde tres mayitas regordetas y golosas tateman los chiles habaneros para la salsa Isnepec, preparan el axiote para el puchero, la naranja criolla para los cebiches de caracol, de camarón y de calamar. Para la botaneada papatzules y panuchos. Pan de cazón y puchero para la comida; a todas horas espumosos merengues y dulces de coco y de pepita que son puro amor.

Después de la comida el ritual es la siesta. Con un hilillo de baba colgando de la boca medio abierta, las nanas, con su respectivo chiquillo en los brazos; duermen en hamacas bajo las palmeras. Renovadas las fuerzas después de la siesta; estamos listos para cenar, para conversar, para convivir.

Pero no hay paraíso sin serpiente y hasta acá me llega como un latigazo a mitad de la cara la noticia de la masacre en el Casino Royale. Yo me solidarizo ¡faltaba más! Todos nos solidarizamos ante el horror nuestro de cada día: Juárez, Tijuana, Torreón, Morelia, el trasnochado Acapulco... y ahora el poderoso Monterrey. Mañana será cualquier otro lugar y volveremos a solidarizarnos, a gritar que "Ya Basta", que "Estamos hasta la madre". Todo aquel que tenga voz la levantará para repetir lo acostumbrado: condena al crimen, todo el peso de la Ley..., rechazo a la impunidad. Palabrerío sin sustento que contradicen hechos tan contundentes como que después de ofrecerle disculpas por las molestias ocasionadas, el oscuro Hank Rhon, rey de las casas de juego con todo lo que eso implica de lavado de dinero, narcotráfico y acopio de armas; abandonó la prisión más blanco que la paloma de la paz.

Contamos en todos los niveles de poder con corruptos reconocidos públicamente, como el Niño Verde por mencionar sólo alguno; sin que nadie les toque un pelo. Todo el papel de este periódico sería insuficiente para relatar los incontables hechos que contradicen la intención de acabar con la impunidad, por lo que me limitaré a mencionar sólo uno más: el de Sandra Ávila Beltrán, mejor conocida como Reina del Pacífico, quien con una lista tan impresionante como inexplicable de propiedades, autos y joyas; ha sido absuelta de casi todos los cargos que se le imputan, y no tardamos en indemnizarla por daños y perjuicios.

Entre la clase gobernante y suspirantes a la silla presidencial, hay varios señalados como cómplices de la narcodelincuencia. Unos lo serán, otros no, pero dada la gravísima situación que padecemos; todo funcionario con la más mínima mancha sobre su reputación tendría que quedar fuera de la gestión pública; aunque sólo quedaran en sus puestos dos o tres. Por palabras solidarias no paramos; balazos es lo que sobra; lo que necesitamos son hechos. Caminar y meditar por la playa solitaria (a los yucatecos no les gusta el sol y sólo dejan la casa cuando el astro baja la guardia) entre manglares que los vecinos cuidan como la niña de sus ojos; es la forma que encuentro de recuperar la fe y de entender que el nuestro es un gran país que sólo en la energía de su sociedad civil encontrará la forma de resolver el grave problema que nos agobia.

adelace2@prodigy.net.mx

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 657309

elsiglo.mx