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No a las majaderías

JULIO FAESLER

El programa "Top Gear" es uno de los más populares de la televisión doméstica de la BBC, televisora oficial del Reino Unido. La semana pasada cayó en el más bajo nivel de sucios insultos contra México. Sus conductores, burdos rufianes, Jeremy Clarkson, Mark Hammond y James May, se dedicaron con inaudita xenofobia a denigrar cuanto aspecto de México dictaron sus prejuicios.

Con el pretexto de ridiculizar el automóvil deportivo diseñado y producido en México por la empresa Mastretta, los comentaristas explayaron toda la porquería mental que les vino a la cabeza contra nuestra gente, costumbres y hasta comida. Se burlaron del Embajador de México quien dijeron que, "por estar dormido", ni se enteraría de lo estaban diciendo de su país.

Muy al contrario, nuestro bien alerto embajador, Eduardo Medina Mora, presentó una inmediata y fulminante queja a la BBC. Esta cadena intentó explicar que los tres periodistas personifican los típicos parroquianos, dicharacheros y bebedores de cerveza de cualquiera cantina inglesa. Especializado en el mundo automotor, el programa tiene una audiencia de 350 millones. El asunto, pues, no merecía mayor importancia ya que es frecuente que se ventilen burlas y chanzas sobre muchos países, incluso el propio. La BBC admitió tener "una larga lista de quejas por el tono de sus comentarios".

El incidente es un vergonzoso anticipo de la visita este mes a nuestro país de Nick Clegg, Vice Primer Ministro Británico. No bastarán, para borrar estos insultos, las cortesías protocolarias que el alto funcionario nos extienda a su llegada si ellas esconden la admisión de que los tres osados conductores realmente expresaron lo que el pueblo inglés piensa del mexicano.

No bastan, tampoco, las disculpas ofrecidas por el programador de "Top Gear" por las afrentas que tan estúpidamente se quiso manchar la imagen de nuestra sociedad a través de los canales de la BBC, de innegable vinculación gubernamental.

Hay que reiterar formalmente ante la Foreign Office la queja presentada por el Embajador Medina Mora, exigiendo que se ofrezcan las disculpas oficiales del caso y se les aplique a Clarkson, Hammond y May, lo previsto en la recién aprobada Ley de la Igualdad que prohíbe la discriminación por parte de cualquiera persona que preste un servicio público. El castigo podría ascender hasta un millón de Libras Esterlinas. Una mexicana, Iris de la Torre, denunció formalmente a la cadena británica televisiva. El IMER ha suspendiendo de sus emisoras los noticieros de la BBC. Un grupo de parlamentarios británicos ya urgió a la BBC a disculparse públicamente.

Independientemente de todo lo anterior hay mucha ironía en que los ingleses ridiculicen un automóvil ideado en un país emergente cuando ellos no han podido retener siquiera sus propios autos. Viejas marcas como Humber y Austin no existen ya. Rover, y Jaguar, han sido vendidas a chinos e indios. La línea de motores aeronáuticos salva de la desaparición a Rolls Royce y Bentley. Por muy amargados que hayan quedado los ingleses por estos fracasos en ese sector, no esperábamos que su frustración descendiera a majaderías racistas.

No se trata de intercambiarnos imprecaciones. Ahora es cuando la Gran Bretaña debe afirmar las amistades que le quedan después de su largo y altivo historial no siempre ejemplar, y acentuar su respeto, muy particularmente hacia los países como México con los que tiene mucha necesidad de apretar estrategias para juntos sortear un muy complicado escenario mundial.

A eso viene el Vice Primer Ministro. Pero antes de venir tiene que disciplinar a sus perros de pelea.

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