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No es lo mismo ver morir

No hagas cosas buenas...

ENRIQUE IRAZOQUI

Valía la pena dejar pasar unos días para que los sentimientos se asentaran. El tema es demasiado delicado como para abordarlo tan a la ligera y evitar que se preste a una interpretación distinta a la que se pretende.

La semana anterior, las capitales de Coahuila y Durango vivieron sin lugar a dudas, días muy difíciles. En sus calles se suscitaron fuertes balaceras y ello desató el pánico de la gente al ver sus calles a plena luz del día invadidas de pistoleros que sin reparo alguno accionaban sus armas en medio del desarrollo de la vida cotidiana de los habitantes comunes.

Sufrieron sí, el peligro real de verse envueltos en medio de un fuego cruzado que pudiese lesionar o segar la vida de cualquier inocente que tuviera el desfortunio de encontrarse en medio de la trayectoria de las balas que se disparan sin recato alguno.

Bajo fuego estuvo Durango capital por varios días, la psicosis se desbordó como es natural cuando sucede ese tipo de cosas, por supuesto, la vida social fue sacudida y la máxima autoridad estatal, el gobernador Jorge Herrera Caldera, declaró que de plano recomendaba no salir de noche y cuidarse el máximo posible. Así, la vida y la paz de los capitalinos duranguenses fue parcialmente secuestrada.

En tanto, Saltillo se encontraba en los días en que justamente el gobernador con licencia del Estado, profesor Humberto Moreira, tomaba posesión como presidente nacional del Comité Ejecutivo Nacional del PRI. Para la mala fortuna, parte del gabinete tuvo que quedarse a capotear el vendaval de plomo que asoló a la ciudad de Armando Fuentes Aguirre. El gobernador sustituto, Jorge Torres, apenas presenció el acto en que Moreira se encumbraba, para volver lo más rápido posible a la capital que estaba bajo asalto. Sus calles después de los altercados, lucieron vacías y los comercios cerrados o desolados, reacción natural ante este tipo de hechos.

Sin lugar a dudas es una pena, un motivo de rabia para cualquier mexicano, que ahora Saltillo y Durango capital (que ya había tenido eventos de este tipo, pero no tan seguido e intensos; durante las mañanas y en el corazón mismo de la ciudad) estén viviendo lo que ya en otras muchas partes sea cosa cotidiana y hasta en parte aceptado por los ciudadanos que en estas latitudes viven, como es el caso de Ciudad Juárez, Monterrey, el estado de Tamaulipas todo, Acapulco, Chihuahua, Sinaloa, Michoacán; pero también: Torreón, Coahuila y Gómez Palacio, Durango.

Siempre he sido enemigo de ser parte del grupo de personas que contribuyen a ensanchar la distancia y el "pique" que se dice existir entre La Laguna y las capitales de los estados donde la región se encuentra, por más lagunero que yo sea. Cierto es que en los últimos gobiernos, y particularmente en este sexenio de Moreira, se ha vivido un abismo en el desequilibrio de cómo hemos sido tratados en esta zona con relación al trato dado al sureste del estado, donde se encuentran precisamente Saltillo, Ramos Arizpe y Arteaga en lo que a obra pública y particularmente a atracción de inversión se refiere, que llega a proporciones de 11 veces a uno con lo que se ha traído a la Comarca Lagunera. Pero aun con ello, me parece que no vale la pena como sistema, estarnos reprochando que recibimos un trato de segunda por las sedes de los gobiernos estatales.

Sin embargo, lo recientemente ocurrido definitivamente que produce encono, ahora que han vivido días de balaceras en las capitales, los gobernadores reaccionan, se gestan retenes, no se niega la gravedad de los hechos, se emiten recomendaciones.

En Coahuila, abre una cuenta de Twitter para dar a conocer en tiempo real las batallas con disparos de armas de asalto, pero de plano primero olvidan hacerlo con Torreón en estas semanas, pero ¡qué diablos, no sabían que escuchar, vivir y palpar ráfagas de ametralladoras y explosiones de granadas acá pasa hace mucho tiempo!, ¿hasta ahora la cosa en nuestros estados es realmente grave?

No es lo mismo ver morir que cuando a uno le toca, y penosamente ese refrán se aplica para lo que han vivido saltillenses y duranguenses estos últimos días, pero ellos tienen la fortuna que el gobernador y los principales funcionarios, viven entre ellos, y también entre ellos viven los hijos, hermanos, padres, nietos de los políticos con autoridad, que también pueden ser víctimas de una refriega a tiros como sucede a cada rato acá, pero ahora sí reaccionan.

Qué desgracia e injusta es nuestra situación, ojalá que nunca se repita la experiencia de lo que acaban de vivir en Saltillo y Durango. Realmente es terrible, lo decimos los laguneros por experiencia.

Eirazoqui@elsiglodetorreon.com.mx

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