La secretaría de Estado estadounidense aseguró que Washington se mantendrá vigilante de la situación en Afganistán tras el ataque a su embajada en Kabul esta mañana.
La secretaria de Estado de EU, Hillary Clinton, señaló hoy que el ataque lanzado contra su embajada en Kabul (Afganistán) no intimidará a su Gobierno, que trabajará para asegurarse de que los responsables "pagan sus actos".
"Tomaremos todos los pasos necesarios no sólo para garantizar la seguridad de nuestra gente, sino también para mantener segura el área (del ataque) y para garantizar que aquellos que perpetraron este ataque pagan por sus actos", dijo Clinton en una conferencia de prensa.
Estados Unidos está "siguiendo de cerca" el ataque, reivindicado por un comando talibán que se atrincheró en un céntrico edificio de Kabul y disparó desde allí contra la embajada de Estados Unidos y la sede de la OTAN en Afganistán.
Al menos siete personas, entre ellas tres civiles y cuatro policías, murieron y 17 resultaron heridas por el fuego de los integristas, informó a Efe el jefe de la brigada de investigación criminal de Kabul, Mohammad Zahir.
Washington se mantendrá "vigilante" mientras "los talibanes y sus aliados" prosigan en su "constante intento de amenazar y minar la paz y el progreso del pueblo afgano", aseguró Clinton.
La titular de exteriores destacó la labor del personal de su embajada en el país, formado por hombres y mujeres "valientes y entregados" que "no se verán intimidados por este tipo de ataques cobardes".
El ataque de hoy se suma a otros dos atentados graves perpetrados este verano por las fuerzas talibanes: el que a mediados de agosto dejó nueve muertes en un ataque contra el Consejo Británico, y el asalto coordinado a finales de junio contra el hotel Intercontinental, que causó la muerte de 21 personas.
Las tropas extranjeras comenzaron el pasado julio a retirarse del país y a transferir gradualmente la competencia de la seguridad a las fuerzas afganas, en un proceso que debe concluir, según los plazos previstos, en 2014.
No obstante, la insurgencia parece encontrarse en un momento de fortaleza y el conflicto se recrudece: 2010 fue el año más sangriento para las fuerzas internacionales y para la población civil desde la caída del régimen talibán hace casi una década.