El llanto se extendió rápidamente por toda América Latina: Facundo Cabral había sido asesinado en Guatemala, a manos de un grupo de sicarios.
El embajador de la paz y la libertad, finalmente se volvió a reunir con sus grandes amigos y amores: Su primera esposa y su hijo muertos, hacía muchos años.
El mismo domingo me siento a escribir estas líneas, mientras escucho sus inolvidables canciones, comenzando por aquella que hiciera aún más famosa Alberto Cortez: "No soy de aquí ni soy de allá...".
Facundo fue un hombre que con su sola guitarra, su voz y sus ideas difundía el amor a la vida, la paz y la justicia social.
Quizá por esto último, hay quienes piensan que el Gobierno lo mandó matar.
Su vida fue muchas veces difícil y trágica, pero él la volvía alegría. Era un ciudadano del mundo y la vida me brindó el placer de conocerlo y charlar con él en un par de ocasiones, ambas por demás circunstanciales.
La primera de ella fue aquí en Torreón, un día que vino, hace muchos años, a dar un concierto en el Teatro Martínez.
Al terminar fui a saludar a mi amiga Sonia Salum, que era la directora del Teatro y le pedí que me presentara a Facundo.
Estando en eso, él le pidió a Sonia que lo llevara a cenar y ella le respondió que a esa hora no había restaurantes abiertos, si acaso alguna cafetería. "No importa-dijo él-y Sonia me incluyó en la invitación para que los acompañara, lo cual hice con gusto.
Cenamos en Martin's de la Colón y platicamos de muchos temas. Con él, platicar de cualquier cosa era una delicia, porque sus comentarios iban cargados de anécdotas y frases ingeniosas.
Muchos años después, llegué al aeropuerto de la Ciudad de México con tiempo de anticipación para tomar mi vuelo a Torreón. Llegué a una sala especial, de ésas de tarjeta de crédito y el único asiento disponible era uno al lado de Facundo.
Me acomodé ahí y sin pensarlo mucho le dije de manos a boca: "Hola Facundo, ¿has visto a Sonia Salum? A lo que me respondió: "¿Tú conoces a Sonia? Sí -le dije. Y él añadió: ¿Dónde está Sonia? Aquí en México. ¿Tienes su teléfono? Claro-le dije-y se lo proporcioné".
De ahí se derivó una platica sumamente interesante y entre las cosas que recuerdo es que le dije: "Debe ser muy grato volver a casa", porque ya me había dicho que iba a Argentina, a lo que me respondió: "Yo no tengo casa, mi casa es el mundo. Yo vivo en hoteles".
Iba vestido muy modestamente, como siempre, pero llevaba unas botas camperas hermosas. Y cuando le alabé las botas me comentó: "Las hacen mis chicos, los que están en los albergues que yo sostengo".
Del fruto de su trabajo sostenía una serie de albergues para niños indigentes, a lo largo de Latinoamérica. Decía que esa era su forma de reciprocar lo que había recibido cuando niño.
Porque habiendo sido un niño muy pobre, él recibió mucha ayuda de Evita Perón y por eso la amaba y le tributaba eterna gratitud.
Gran amigo de Borges, su única diferencia era que Borges era antiperonista y Facundo, peronista. Por eso casi no hablaban de ese tema.
Facundo siempre traía un cuaderno en el que escribía frases y letras para canciones, nunca dejaba de escribir, salvo cuando platicaba con alguien.
Entre otras cosas hermosas él decía: "Las bombas hacen mucho ruido y las caricias no. Pero por cada bomba que ha estallado en el mundo, todos los días hay miles de caricias que lo hacen más bello".
"No estás deprimido. Estás distraído", porque no adviertes todas las maravillas que el gran Dios ha hecho para ti".
"El cuerpo es un lastre para el espíritu y el alma", Facundo ahora se ha liberado de todo eso y se une al coro de los ángeles, para escuchar grandes conciertos con su gran amiga Teresa de Calcuta.
Vuelve a la Casa del Padre, pero nos deja un recuerdo imperecedero y todas sus canciones e ideas.
Ahora sí en definitiva: No es de aquí ni de allá, no tiene edad ni porvenir y ser feliz es su color de identidad.
Pero además, como él mismo lo recomendara para todos, Facundo vivía así: "Vuela bajo, porque abajo, está la verdad".
Pasó en vuelo raso por esta Tierra y dejó un legado de amor, humildad y alegría que nunca podremos olvidar.
Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te guarde en la palma de Su mano".