N excéntrico dueño de una televisora extranjera, cuando le plantearon hace años retransmitir el Teletón mexicano, dio largas y evasivas hasta que se animó a contestar con contundencia: "yo no quiero ver niños repugnantes en mi televisión".
Entre la gente que no dona un centavo a la organización altruista más relevante de América Latina hay de todo: quienes no quieren, no les parece relevante la causa, consideran que es un "dramón" intolerable, no tienen dinero, quienes querían y no se acordaron, quienes sienten repulsión por los niños con discapacidad, quienes discrepan de Televisa y creen que el Teletón le pertenece, y una larga lista de etcéteras. Habrá argumentos justificados e injustificados. Eso queda en el lector.
Sin embargo, quiero referirme-como participante convencido que soy de la causa de la atención a niños con discapacidad, cáncer y autismo del Teletón- a uno de los "argumentos" de rechazo: Televisa evade impuestos vía Teletón.
Si no me equivoco, en diciembre del año pasado, lancé un respetuoso reto en estas páginas a quienes dicen esto: presenten una prueba. Debe ser fácil conseguirla: las finanzas de Televisa son públicas y si llegase a mentir sobre sus estados financieros se metería en un broncón que haría que sus acciones se desplomaran en los mercados bursátiles.
Hasta este momento, una sola prueba no ha aparecido. Con mucho menos éxito que años anteriores -a pesar de la mayor penetración de las redes sociales- algunos críticos del Teletón insistieron en el asunto fiscal.
El tema es bastante sencillo por donde se vea:
1.- Todo el dinero que la gente (80% del total) y las empresas (20% restante) donan al Teletón se deposita directamente en la cuenta bancaria de esta Fundación sin pasar ni un instante por las finanzas de la televisora.
2.- Lo que dona Televisa como empresa al Teletón es "tiempo aire": las casi 30 horas de transmisión con todo el equipo de producción, estudios, escenografía, cámaras, unidades móviles y señales satelitales que implica. Para cualquiera que haya estudiado administración, contabilidad o economía, resulta de broma pensar que un consorcio con el flujo financiero de Televisa tiene la producción de un programa televisivo altruista como eje central de su estrategia fiscal.
Sin razones, sólo quedan los robots que repiten y repiten.
Gracias a los muchos más: los que donaron y permitieron llegar a la meta.
Los organizadores de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara estaban asombrados porque el viernes, un día antes del episodio de los libros, un integrante del equipo de prensa del puntero, parte de la avanzada, se acercó a preguntarles qué tipo de cuestionamientos solían hacer a los políticos los reporteros que cubren la información que surge de la FIL. Le respondieron que los planes para apoyar la cultura en caso de resultar ganadores, su postura sobre el debatido estatuto jurídico del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), qué están leyendo en ese momento, cuáles eran sus libros favoritos.