El cultivo del frijol ocupa un lugar importante en la economía agrícola del país por la derrama económica que genera. En conjunto con el maíz constituyen la dieta básica del pueblo mexicano y en consecuencia son los productos de mayor importancia socioeconómica tanto por la superficie de siembra como por la cantidad consumida por persona.
En la zona norte y bajo condiciones de riego se cultivaron 33 mil 781 hectáreas que aportaron una cosecha de 47 mil 678 toneladas, para un rendimiento medio regional de 1.41 toneladas por hectárea que resultó inferior a la media tradicional que ha sido de 1.8 toneladas por hectárea. Con la liberación del precio y la apertura de las fronteras a la importación de este producto, la comercialización se ha convertido en el principal problema, ya que a pesar de que el país sigue siendo deficitario, eventualmente el mercado se satura con producto importado que desplaza a la producción nacional. La rentabilidad del cultivo dependerá en lo sucesivo de la planeación de las siembras, la diversificación de los tipos de variedades y la pureza del material que se ofrezca al consumidor, cada vez más exigente.
Por otro lado, los frijoles, además de deliciosos, son un económico sustituto de la carne que proporciona en media taza alrededor del 15 por ciento de las proteínas que se requieren a diario. Esa misma media taza contiene 2 miligramos de hierro y 305 miligramos de potasio, además tienen muy poca grasa saturada.
Estas propiedades hacen que el frijol sea considerado como un alimento con un gran poder curativo que incluye la reducción del colesterol, estabilización de la concentración del azúcar en la sangre, disminución del riesgo de sufrir cáncer de mama y de la próstata y ayuda a prevenir las enfermedades cardiacas.
En cuanto al colesterol, los frijoles están llenos de fibra soluble, lo cual hace que disminuya el colesterol malo o lipoproteínico de baja densidad (LDL) que tapa las arterias. Es importante observar que existen algunos tipos de frijol que contienen más fibras que otros. Por ejemplo, los frijoles negros contienen 6 gramos de fibra por cada porción de media taza mientras que los garbanzos, los frijoles colorados y las habas blancas suministran 7 gramos de fibra.
El frijol ayuda a mantener bajo el nivel de azúcar en la sangre y a normalizar los niveles de insulina debido a que son ricos en carbohidratos complejos que, a diferencia de los alimentos que contienen azúcar que liberan la glucosa al torrente sanguíneo de una sola vez, los complejos se digieren de forma más lenta. Todo ello beneficia enormemente a los diabéticos.
Con relación a sus propiedades anticancerígenas, un tipo de frijol, la soya, es rico en gemsteína y daidzeína, compuestos que, en opinión de algunos expertos posiblemente contribuyan a prevenir el cáncer.
Señora ama de casa, una recomendación. Debido a que la preparación del frijol conlleva mucho tiempo, existen personas que no lo comen con la regularidad necesaria. Sin embargo, existe un método muy sencillo de preparar frijoles para que se ahorre tiempo: Se lavan los frijoles en un colador, colocarlos en una olla y cubrirlos con 2 pulgadas (5 cm) de agua. Luego, hervirlos por 10 minutos a fuego mediano. Retirar del fuego y escurrir los frijoles. Nuevamente cubrir con otras 2 pulgadas de agua fresca. Remojar por 30 minutos. Después lavarlos, escurrirlos y cubrir con agua fresca otra vez. Luego, cocinar a fuego lento por dos horas o hasta que estén tiernos. Si a pesar de este método no tiene tiempo para disfrutar del frijol natural, puede consumirlo de la lata, ya que son tan saludables como los que se compran crudos. Sin embargo, contienen más sodio. Por ello, se recomienda escurrir y enjuagar muy bien antes de consumirlos.
Otra cosa. Una forma de eliminar una incomodidad producto del consumo de frijoles, los gases, consiste en sazonarlos con una pizca de ajedrea, tres dientes de ajo o una cucharadita de jengibre molido.
Los frijoles sirven como repelentes de insectos, ya que contienen compuestos como los lignanos, isoflavonas, saponinas, ácido fítico e inhibidores de proteasa, los cuales protegen incluso a la misma planta del frijol contra los insectos y otros depredadores.