Las uvas son el fruto de la vid y existe gran variedad que se diferencian en su color y en su sabor. Las uvas se cultivan desde tiempos lejanos.
Las uvas se utilizan en las dietas depurativas por la simplicidad de sus componentes y por sus propiedades laxantes (son muy ricas en pectina), remineralizantes y alcalinizantes ya que contienen un 72% de sales minerales alcalinas. Son ideal para niños y ancianos, como aporte nutricional, y también para adultos que necesiten una buena fuente de energía. Las personas convalecientes se benefician en gran medida, ya que, a menudo, no tienen apetito y las uvas son fáciles de tomar, les aporta líquidos, energía, depura y nutre. Los diabéticos no pueden tomar uvas, ya que les aumentaría los niveles de glucosa en sangre. También deben vigilar las personas con intestinos muy delicados debido a sus propiedades laxantes.
Como una información nutricional de las uvas (por 100 g.) se dice que contienen agua 80%, azúcares, entre el 13 y 24% (según la variedad de uvas), calorías 84, aporta 11% de la necesidad diaria de hierro, 9% del magnesio y 4% de la vitamina B1 y tienen gran cantidad de sales minerales.
Por otra parte, para obtener pasas basta con colgar los racimos de uvas frescas al revés, tomando la precaución de que los granos estén separados. Algunas buenas variedades de uvas pasas son la sultana (sin pepita), la Málaga (gruesa y dulce) y las de Corinto (pequeña y muy aromática)
La dieta de las uvas es una monodieta que consiste en tomar sólo uvas (de 1.5 a 3 kg en cinco tomas repartidas a lo largo del día) y zumo de uvas. Su finalidad es producir una depuración de toxinas en el organismo. Hay personas que lo hacen de forma puntual durante un día pero si realmente se quiere que se noten los efectos, se aconseja hacer la dieta durante un periodo comprendido entre tres y cinco días.
Además su alto contenido en potasio la hace excelente para enfermos cardiacos, personas que toman diuréticos químicos o que toman regularmente laxantes.
Ayuda pues a la eliminación de retención de líquidos favoreciendo que desaparezca la sensación de pesadez y la hinchazón.
La piel de la uva contiene taninos, antioxidante natural, y sustancias con una acción estimulante de la circulación venosa que contribuyen a mejorar la oxigenación de todas las células del cuerpo humano, además la uva contiene un tipo especial de glucosa que limpia el hígado facilitando su función de drenaje de las toxinas. Por su efecto depurativo favorece el buen estado de la piel.
Las ventajas de esta dieta son, que por su gran aporte energético permite seguir a las personas con su trabajo habitual ya que, gracias a su gran efecto remineralizante y antioxidante, combate la fatiga aunque realmente lo ideal sería hacer coincidir la dieta con unos días de descanso o con el fin de semana.
Esta dieta no es recomendada para los diabéticos por su contenido en hidratos de rápida absorción. Un inconveniente es el hecho de que la uva es una fruta que no se encuentra todo el año.
Debe recordarse que es importante lavar bien las uvas y comerlas con piel ya que allí están la mayoría de sus propiedades. Masticándolas bien se siente uno más saciado y se aumenta la digestibilidad. El beber abundante zumo de uva ayuda a potenciar el efecto diurético.
Es una dieta ideal para realizarla los primeros días de otoño, ya que así se limpia el organismo para prepararlo bien y afrontar mejor el invierno. En todos los casos se recomienda consultar al médico familiar o nutriólogo de confianza.
Bajo el punto de vista médico, en los estados crónicos, las curas de uva tienen indicación en los trastornos hepáticos, litiasis biliar, arenillas en la vejiga, uremia, gota, reumatismo, artritismo, hipertensión arterial, nefritis, acidosis, obesidad, estreñimiento, hemorroides y dermatosis de origen artrítico (acné, eczema, urticaria, furunculosis). La cura de uvas posee un magnífico efecto desintoxicante y mejora la capacidad funcional de los emuntorios. Por su acción derivativa sobre el intestino (acción laxante) disminuye las fermentaciones intestinales y está indicada en el estreñimiento crónico, pero evitando excesos que podrían provocar cólicos. Estimulando la función hepática y, en particular, la secreción biliar, produce un verdadero drenaje. Y a pesar de que los enfermos de cirrosis soportan mal la uva, se han dado casos de mejoría que su instinto impulsó a saciarse de uva negra, a pesar de habérselo prohibido el médico, curándose de inmediato.
En casos de mala circulación, miocarditis, insuficiencia cardíaca, hipertensión, así como en enfermedades de los riñones, el jugo de uvas ayuda a la evacuación de líquidos retenidos en los tejidos (edemas). Esto se debe a su notable acción diurética, gracias a la cual y sin fatiga para el riñón, la cantidad de orina aumenta y ésta se vuelve más clara, menos ácida. Además, en los casos de reumatismo, gota y uricemia, la cura de uvas está indicada porque facilita la eliminación de materias morbosas y un ahorro de proteínas. Verifica un verdadero lavado de la sangre, con disminución del valor absoluto y relativo del ácido úrico. La eliminación del cloruro sódico y de otras materias morbosas se hace mejor, y gracias a que la sangre y los tejidos se purifican, vitaminizan, remineralizan y alcalinizan, aumenta la capacidad defensiva del organismo, dificultándose la progresión de microbios virulentos.
Muchos de los trastornos patológicos que aquejan a numerosas personas en la época invernal se evitarían o reducirían si hubiesen seguido una cura de uvas en el otoño.