La mayoría de la gente comienza a convencerse de lo saludable y necesario que es llevar una dieta equilibrada en donde la fruta esté muy presente. La dieta mediterránea incluye la fruta, y entre ella, los cítricos como piezas esenciales.
Una época del año en la que se recomienda de forma especial hacer uso de los cítricos -naranjas, limones, mandarinas, pomelos- es el invierno, coincidiendo con su tiempo de maduración y mayor excelencia en la calidad de sus vitaminas. Es precisamente la vitamina C, cuyas concentraciones se encuentran en gran medida en los cítricos, la que conviene tomar en cantidades generosas de cara al invierno, ya que ayuda a combatir los catarros tan comunes en estas fechas.
Está demostrado además, que la ingestión de alimentos que contengan vitamina C, fibra y minerales, como es el caso de los cítricos, tiene efectos beneficiosos para mantener el bienestar general de la persona. Hay quienes prefieren, y con razón, antes que las típicas pastillas solubles de vitamina C concentrada, tomar una cantidad elevada de cítricos en esta época, ya sea naranjas o mandarinas por las mañanas.
Esta es una forma sana y natural de combatir los incómodos catarros que en estas épocas otoñales y de invierno parecen no salir de las casas. Tampoco hace falta que la cantidad de cítricos que se ingieran al día sea tremenda, hay médicos que recomiendan un solo zumo diario, preferiblemente por las mañanas. Para los más arriesgados queda el tomarse un zumo de limón rebajado en agua, con o sin azúcar, contiene unas tremendas propiedades antioxidantes y depurativas. Es una recomendación que hacen los médicos, para quienes es esencial tomar cada día una naranja recién exprimida, ya que así se conserva mejor todas sus vitaminas, en especial la vitamina C con un alto valor antioxidante. Otra de las propiedades de esta vitamina es que ayuda a que se reparen mejor las fisuras de los huesos. Además de estas propiedades anticatarrales, los cítricos están catalogados como beneficiosos para ayudar a combatir otras enfermedades. Cientos de estudios han llegado a la misma conclusión: los nutrientes que se encuentran en la fruta de este tipo, juegan un papel muy importante en la reducción de riesgo de padecer cáncer y enfermedades del corazón.
Hacer algunos cambios en la dieta y en el estilo de vida habituales, puede ayudar a una persona a reducir los riesgos de padecer ciertos tipos de cáncer. Estudios recientes realizados por el Instituto Nacional de Cáncer (Estados Unidos) han demostrado la relación directa entre los nutrientes que se encuentran en los cítricos -entre ellos la vitamina C- y la reducción de algunos cánceres.
Los cítricos son también esenciales en una dieta para equilibrar el peso. Son una fuente natural de potasio y sodio. Las investigaciones llevadas a cabo demuestran que realizar un ejercicio regular e ingerir una dieta con alto contenido de fruta y vegetales y pobre en grasas, contribuye muy positivamente a mantener un peso saludable.
Es bueno tomar una naranja entre comidas. Mientras que en el desayuno, comida y cena se debe comer la pieza entera y masticarla lentamente. En cuanto a la cantidad, los nutriólogos recomiendan un kilogramo diario para ir aumentando progresivamente hasta satisfacer el hambre. Esto es importante, porque su eficacia depende de la cantidad ingerida y del alto grado de acidez de la naranja, aunque también las más dulces son buenas para realizar una cura.
La primavera brinda la oportunidad de mezclar naranjas con fresas. Este plato- al que se le puede añadir miel-, que contará con una aportación de vitamina C muy alta y una capacidad diurética y oxidante muy reforzada por la acción de las fresas, ha de estar presente sobre todo en la dieta de las personas con anemia, albúmina, reumatismo o catarros crónicos.
Para aprovechar al máximo sus ventajas es necesario saber consumirla. Y, por lo tanto, saber combinarla. Los cítricos no deben acompañar a los platos de carnes, pescados o mariscos. Pero tampoco a las comidas en cuya preparación intervengan las grasas: fritos, quesos curados, frutos secos,... La manera óptima de ingerirlas consiste en acompañarlas de pan tostado, higos, dátiles, queso fresco, yemas de huevo, nata, plátano, piña, miel, fresas, arroz hervido sin aceite o, por supuesto, solas.