No alcanzo a comprender por qué un dictador, se supone poseedor de una colosal fortuna, tiene que morir escondido bajo tierra, como si quisiera abandonar este mundo anticipadamente o bien, enclaustrado en una cañería a la que se tenía acceso por una inmunda cloaca. Bien pudieron huir a otro país y llevar una vida relativamente tranquila. Tampoco entiendo cómo es que una vez encontrados supliquen a sus captores que no les hagan daño, que no disparen, porque a menos que sean tarados ¿no se darán cuenta que serán ejecutados de inmediato previo remedo de juicio o sin él? Eso los tilda como valientes para someter a sus pueblos y cobardes cuando se trata de sí mismos o al menos, eso es lo que pretenden que creamos quienes mueven los hilos de su caída.
En el caso de Sadam Husein, no coincide la narración de un individuo que es capturado en oscuro agujero, escuchándose "no disparen soy yo", con el sujeto que se mantuvo desafiante antes de morir ahorcado, negándose a que le cubrieran el rostro. Al juez le sorprendió que Husein no pareciera temer a la muerte. En un video se observa a Sadam de pie sobre la trampa de la horca y con la soga al cuello; no cualquier cuerda sino una bien gruesa elaborada con hojas de esparto.
En la muerte de Muamar Gadafi, líder libio, ocurrieron versiones contradictorias, que dejan la duda sobre si en realidad no se trataría de un mero ajuste de cuentas, a lo que simplemente le podríamos llamar asesinato. Primero se hizo circular la versión de que había sido herido de muerte en fuego cruzado entre sus guardaespaldas y los alzados. Después se variaría el relato, con el cadáver presentando una perforación de bala en el lado izquierdo de la cabeza, se dijo que un comandante que estuvo en la captura, admitió que insurrectos "demasiado entusiastas" tomaron el asunto en sus manos, agregando "queríamos mantenerlo con vida, pero los jóvenes...las cosas se salieron de control".
En otro relato se dice que un joven de 18 años arrebató al propio Gadafi una pistola con la cual le disparó en la cabeza. Hay suficientes evidencias de que fue ejecutado minutos después de ser apresado. La manta colocada sobre el cuerpo exánime sólo dejó descubierta la cabeza, la cual fue girada hacia la izquierda, con el pretendido intento de que la gente no advirtiera el agujero que había causado el balazo. La necropsia reveló que el cuerpo presentaba otra perforación, producida por arma de fuego, en el abdomen.
Insultado, golpeándolo hasta dejarlo bañado en sangre, provocando su muerte, cuando estaba inerme, disparándole a quemarropa ¿sería suficiente castigo? Hubo quienes pensaron que no, y es que hizo muchas atrocidades. Fue el gobernante más excéntrico, más extraño y más colorido del mundo. Y el más malvado, pérfido y protervo que Libia haya conocido.
Sin lugar a dudas, uno de los más déspotas y opresores de un pueblo. La sangre de sus opositores, que derramó en los años en que tuvo el control de su país, lo hizo con mano de hierro, contrastando con la originalidad de su vestimenta y su carpa africana que instalaba en cualquier ciudad europea. Su rechazo a todo tipo de oposición fue terminante, asesinando a todo aquel que le causaba problemas. Cuando los rebeldes se levantaron en su contra, los bautizó como ratas, burros, drogadictos, cobardes y traidores, prometiendo ir callejón por callejón hasta eliminarlos. El líder libio vivió con gran extravagancia, no sólo en los coloridos atuendos que usaba, sino también en sus aposentos, con camas redondas y adornos de oro. Apoyó durante años a grupos terroristas. Luego se arrepintió, de modo que reanudó el diálogo con el gobierno de Washington, como si no hubiera pasado nada. Los Estados Unidos no lo perdonaron nunca esperando el momento oportuno para tomar revancha.
Al parecer a las personas que participaron en los hechos en que murió, les remuerde la conciencia, tanto que se les traba la lengua al mencionar los casos, no sabiendo cómo en realidad se produjo la muerte. No sé, pero no tengo estómago que me permita digerir el que está bien lo que se hizo, haya sido quien haya sido, haya hecho lo que haya hecho. Que el déspota era un canalla, que no tenía escrúpulos para comportarse de manera salvaje, que recibió su merecido, que no se comportaban como un ser civilizado, quizá.
La verdad es que se le aplicó un principio jurídico de justicia retributiva en el que la norma imponía un castigo que se identificaba con el crimen cometido: todo parece indicar que hubo un linchamiento. La pena no sólo es equivalente sino que es idéntica. Quien alguna vez no ha escuchado la expresión, basada en la ley del Talión, que dice: vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie. La cual habla de la proporcionalidad que debe haber entre el daño inferido y la pena estipulada. ¿Se hizo justicia o se le aplicó la ley de la barbarie?