ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C.(PSILAC).CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA.
El encuentro, el descubrimiento y la unión de la mujer y del hombre a través del contacto físico, gracias a la exploración y al conocimiento que llevan a cabo uno del otro, tanto en los aspectos biológicos como en los psicológicos y los socioculturales, permite y facilita ese encuentro entre ambos como dos subculturas diversas en esa experiencia de investigar, descubrir y satisfacer sus propias necesidades.
La atracción inicial a través del reconocimiento de la imagen física, por medio de las miradas, las sonrisas, los guiños, los ademanes, las posturas, los movimientos y tantos otros gestos que forman parte de ese complejísimo sistema de lenguaje no verbal transmitido casi en clave Morse por medio del contacto visual, así como de otras tantas múltiples señales de sorpresa, de admiración, de simpatía, de afinidad, de aprobación, de fascinación y hasta de éxtasis, los conduce paulatina o aceleradamente a ese acercamiento que se da entre ambos, y que prosigue posteriormente con tantos y muy variados estilos de cortejo, de seducción y de galanteo.
Por lo mismo, y desde tiempos remotos, siempre ha sido importante la imagen que proyectamos mediante el cuerpo, la presentación, el arreglo personal y la apariencia física en esa búsqueda de la pareja, como un factor determinante de la primera impresión en dicho encuentro.
Sin embargo, es posible que nunca antes, como sucede en nuestra época, esta imagen adquiere una importancia aún más definitiva y radical en el encuentro y el acercamiento entre los géneros. Sin duda alguna, todos reconocemos la enorme influencia que han desarrollado actualmente los diferentes medios de comunicación en la definición y la construcción de ese perfil y esa imagen idealizadas que tanto hombres como mujeres desean presentar al mundo, así como el estilo y la manera en que deben aparecer socialmente, al grado de que en muchas ocasiones casi se llegan a convertir en otros tantos productos de consumo en exhibición.
La moda eternamente, que ha funcionado de la misma forma en todas las épocas de nuestra historia, como ese capítulo fundamental e imprescindible que relata los vaivenes de nuestra vanidad y nuestro narcisismo, se ha especializado por lo mismo, en dictar aquellas imágenes y perfiles perecederos que se consideran como el ideal masculino o femenino para cada temporada.
En nuestra época, aún más arraigados, tales perfiles vienen a ser creados y distribuidos masivamente gracias a la enorme popularidad y proyección que han adquirido los diversos medios de comunicación. Se trata de modelos idealizados e incorporados a los cuerpos específicos de hombres y de mujeres que los lucen orgullosamente en escenarios tan diversos y variados como pueden ser las canchas de futbol, de tenis, de básquet, o de cualquier otro de los múltiples deportes que son populares, y que se dedican a la construcción de héroes o semidioses, que igualmente surgen en los cuadriláteros para el box o la lucha libre, las plazas de toros, las pasarelas, las alfombras rojas, los eventos sociales "in", los conciertos de diferentes tipos de música, los bares y los antros de moda, los filmes, las telenovelas, los noticieros, los reportajes específicos que profundizan en las aventuras o las desventuras de todos estos ídolos, manejados siempre como productos necesarios de consumo.
Es así como ellos se han convertido entonces en los modelos ideales a imitar y a seguir, a pesar de que sean perecederos y puedan cambiar de un momento a otro, o de una temporada a otra. Son los ídolos que han logrado llegar a ese pedestal vulnerable e inestable, en el que lo mismo pueden ser admirados por hombres o por mujeres, quienes a su vez al identificarse con ellos y con todo aquello que representan, buscan desesperadamente llenar todas las especificaciones, requisitos y lineamientos necesarios para lograr tal metamorfosis que los coloque en algún tipo de pedestal semejante. A través de esa idealización, intentan moldear artificialmente tanto su identidad física como la psicológica, que creen les permitirá internalizar a sus ídolos hasta formar parte de dicha moda, desarrollar la misma imagen y lograr por lo tanto un sentido de pertenencia, sin darse cuenta quizá del alto precio que deben pagar por ello, debido a los intensos niveles de estrés a los que se están sometiendo, al sacrificar e intercambiar su propia identidad y personalidad en formación, por fantasías y espejismos que son creados cotidianamente como productos frágiles de consumo de este nuestro mundo globalizado.
(Continuará)...