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NUESTRA SALUD MENTAL

EL ESTRÉS QUE VIVIMOS ( VIGÉSIMA SÉPTIMA PARTE)

Por: Dr. Víctor Albores García

ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C.(PSILAC).

CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA.

No hay duda, de que todas estas imágenes y perfiles físicos creados con los estilos de moda que prevalecen en cada temporada, lucen sumamente atractivos y maravillosos en ese colorido resplandeciente que los caracteriza, al grado natural de seducir e invitar a esa idealización e imitación que de ellos podemos hacer los simples mortales. Así lucen generalmente en las fotografías de sociales en los reportajes de las máximas revistas de chismes, nacionales o internacionales, en las pantallas televisivas, en los espacios de publicidad de otros tantos productos, y hasta en lo más reciente, en los muros del Facebook, Twitter y las cada vez más revolucionadas herramientas para socializar en línea. Gracias a estas imágenes de moda, hombres y mujeres se atraen mutuamente, se cortejan, se enamoran, forman relaciones y llegan a casarse, o simplemente vivir juntos, con las expectativas en la mayoría de los casos de formar un hogar y una familia que supuestamente será “para siempre”. La boda como el evento social máximo y la cúspide final del lucimiento romántico de ambas imágenes, con todo el resplandor que de ellos se desprende, marca sin duda alguna ese momento y fecha especial que se retiene para siempre, con la consabida expectativa del “vivieron felices para siempre”. Sin embargo y desgraciadamente, uno de los problemas importantes de nuestra época, o quizá de todas las épocas, es que en tantas ocasiones, muchos se enamoran del amor, de las imágenes de moda proyectadas al exterior, de esas fachadas prefabricadas atractivas y hermosas, pero con cuarteaduras o cimientos endebles, en cuyo interior está presente una serie de necesidades y carencias no resueltas que han sido maquilladas magistralmente para atraer y seducir, pero que obviamente no son duraderas, y tarde o temprano, a lo largo del tiempo surgen a la superficie y son visibles para uno y para otro. El resultado en tantos de estos casos, terminará en decepción, frustración y esa sensación de haber sido engañados, traicionados y manipulados uno y otro, con el rápido desvanecimiento de las ilusiones y del enamoramiento inicial que aparecen entonces como espejismos o burbujas que explotaron prematuramente sin dejar la huella suficiente. Las imágenes desaparecieron, pasaron de moda al igual que sucede cada temporada, y las personas convertidas en productos de consumo perecederos tampoco llenaron las necesidades y las expectativas puestas en ellos, de manera que vienen a ser desplazados o eliminados por completo, como sucede hoy en día con todos los demás productos del mercado. El enamoramiento o el amor se convirtieron en “una probadita” de la relación, cuyas bases no poseían la fuerza suficiente para desarrollar un vínculo más vigoroso que resistiera los obstáculos cotidianos y comunes que aparecen en una experiencia tan compleja como es la unión de dos personas. Al parecer, las relaciones de pareja son cada vez más difíciles de mantener en nuestros días; los perfiles de moda y las fachadas glamorosas se vienen abajo bajo el estrés y las presiones del diario compartir y convivir bajo un mismo techo, cuando las máscaras se derriten y la pareja debe enfrentar todas esas realidades cotidianas no planeadas y que aparentemente se niegan, se desconocen, se eliminan o son camufladas durante los cortejos y el noviazgo, pero que obviamente, tarde o temprano, se irán presentando durante el matrimonio. Es entonces, cuando surgen las primeras señales de desasosiego, cuando las pequeñas hendiduras se podrán convertir en fracturas de mayor intensidad, ya sea en forma de separaciones parciales o temporales, o definitivamente en divorcios, considerados casi como epidémicos en el presente, No cabe duda que bajo estas condiciones, cuando las parejas se unen bajo el maquillaje y la magia transformadora que tiende a imitar a tales imágenes de moda, para llenar ciertos perfiles socioculturales y como productos del consumo público, que buscan complacer y llenar las necesidades de un mercado, más que la autenticidad de las propias, llegarán al punto en que consciente o inconscientemente enfrentarán niveles de estrés importantes, que obviamente serán un peso importante para la relación y pondrán a prueba la fuerza de ese vínculo así como los recursos emocionales con los que cuentan ambos para soportar y manejar exitosamente altos niveles de estrés, o para explotar y fracasar en el intento (Continuará).

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