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NUESTRA SALUD MENTAL

EL ESTRÉS QUE VIVIMOS

Por: Dr. Víctor Albores García

ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C. (PSILAC) CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA

(Vigésima octava parte)

Mantener la relación interpersonal de una pareja, en la que las fachadas y los perfiles de moda fueron el incentivo espontáneo y principal para unirse, representa definitivamente no sólo un esfuerzo extraordinario para ambos ante esa serie de sacrificios no siempre lógicos o necesarios que deben llevar a cabo, sino que también implica un alto riesgo en cuanto a la salud mental ante la intensidad del estrés al que ambos estarán expuestos. Por lo mismo, hay que tomar en cuenta que además de la sensación de irritación, enojo, ansiedad, decepción, frustración e impotencia que puedan sentir el uno con el otro al sentirse engañados o traicionados entre sí, hasta llegar a la decisión de separarse o divorciarse, también se pueden presentar otras consecuencias no menos importantes para ambos. Ante situaciones semejantes, este tipo de parejas se convierten fácilmente en el terreno fértil para el desarrollo de diversos tipos de trastornos psiquiátricos importantes, ya sean transitorios o permanentes, como pueden ser los depresivos, los de ansiedad, los adictivos como el abuso del alcohol, de la nicotina o de otra clase de sustancias, o cualquier otro tipo de trastorno emocional. Se puede tratar de trastornos que surjan por vez primera bajo dichas circunstancias, pero igualmente de casos en quienes ya existiera una cierta tendencia genética, y en los que este tipo de crisis de pareja se convierte en el factor desencadenante, es decir "la gota que derramó el vaso". Como se comentaba la semana pasada, se trata de cierto tipo de parejas formadas por individuos con estructuras psicológicas mucho más frágiles y consecuentemente con mayor vulnerabilidad al estrés, puesto que desde niños sus defensas psicológicas no se han desarrollado con la fuerza necesaria para soportar determinado tipo de obstáculos y enfrentamientos estresantes. En ellos entonces, debido a sus carencias emocionales, es posible que ese "flechazo" súbito, ese "amor a primera vista" y ese sentir de haber encontrado al único hombre o a la única mujer que los hará felices en toda la inmensidad del universo, y con quien definitivamente decidieron unirse, quizás los empuje a tomar esa decisión sumamente visceral e impulsiva, basada sobre todo en la atracción y admiración de esa fachada o de ese perfil de moda que suelen ser tan fascinantes y seductores, pero de bases muy endebles. Las fortunas económicas cuantiosas, las innumerables posesiones materiales, el nombre "conocido" y la posición ocupada en la escala social, el prestigio o la fama relampagueantes, la popularidad, son otros tantos de los artefactos hipnóticos que como espejismos suelen adornar tales fachadas y por ende juegan un rol importante para llevar a cabo tales decisiones; factores todos ellos que no necesariamente garantizan la solidez de los cimientos, ni lo atinado de la decisión.

Es interesante descubrir además, que existe cierto tipo de parejas que han mantenido relaciones de cortejo o de noviazgo prolongados, lo que les ha permitido conocerse más a fondo y no tomar tan impulsivamente la decisión de casarse o de vivir juntos. Desde su vida inicial ya como pareja, cada uno ha descubierto y reconoce las debilidades o los defectos del otro, e inclusive, ello les ha provocado crisis durante su noviazgo que sin embargo, han sabido navegar. A pesar de ello, siguen adelante con su relación y su decisión de vivir como pareja, porque ambos piensan que el amor ayudará a superar tales defectos y tendrá cualidades terapéuticas para uno, para el otro, o para ambos. Quizás, en un cierto porcentaje de parejas, ello sea verdadero y funcione positivamente; pero en una gran mayoría, esas fantasías curativas y de salvación no siempre se hacen realidad. El alcoholismo y otros tipos de adicciones, así como la infidelidad, representan dos ejemplos comunes de situaciones que pueden estar presentes en la pareja desde el noviazgo, pero que tienden a negarse o a minimizarse con ese consabido refrán de que "el amor lo cura todo". Desgraciadamente, y contrario al lema, este tipo de problemas tienden en su mayoría a exacerbarse bajo las situaciones de estrés y las crisis que aparecen durante la vida conyugal y las responsabilidades que ello implica, incluyendo la llegada de los hijos, lo que a la larga trae naturalmente sentimientos de desilusión, enojo, ansiedad, frustración, culpa e impotencia, al no verse cumplidas tales expectativas, que tampoco tenían bases muy racionales (Continuará).

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