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NUESTRA SALUD MENTAL

Dr. Víctor Albores García

EL ESTRÉS QUE VIVIMOS

Para bien o para mal, y quizás hasta frustrante para tantos, no podemos presumir en México de ser los únicos poseedores en el planeta de rasgos tan variados y cohesivos entre sí como son la delincuencia, la corrupción, la violencia, la impunidad y tantos de esos núcleos de conducta antisocial que existen; y aún a pesar de muchos, ni siquiera hemos logrado obtener todavía un récord Ripley o algún nombramiento como “Patrimonio de la Humanidad” para este legado tan característico nuestro. La realidad es que se trata de rasgos que pertenecen de por sí al ser humano, como parte de nuestra esencia, de esa naturaleza primitiva, salvaje y animal que todavía llevamos en nuestro interior a pesar de tantos siglos de desarrollo y civilización. Tales rasgos ya eran identificados e ilustrados magistralmente por los griegos dentro de su mitología, en las figuras de los faunos y de los centauros, como seres mitad humanos y mitad bestias, en quienes se trataba de integrar ambas partes del ser humano; seres que nunca han desaparecido de la faz de la tierra y que todavía en nuestros días siguen poblando este planeta y cabalgan afanosamente aún en las principales calles y avenidas de las ciudades y de los países, aún mismo de aquellos que se dicen más desarrollados y sofisticados. En el fondo, y en mayor o menor combinación de porcentajes, hay que reconocer que todos portamos tal esencia desde el momento mismo en que nos consideramos seres humanos. Revisar las páginas de la historia universal nos ayuda a detectar, conocer y comprender tantas formas y estilos diferentes en los que los sistemas políticos, religiosos y judiciales, así como los de la administración pública de las naciones, han sido contaminados en mayor o menor escala a través de los siglos por dichos rasgos animales. Para ello, se ha servido de instrumentos tan populares y a la mano como son la demagogia, la corrupción, la delincuencia, la deshonestidad, los fraudes y desfalcos, las mentiras, la impunidad, la falta de respeto y la violencia en general, que abiertamente o en forma más velada ha sucedido en muy diversas épocas, culturas, naciones y sociedades, sin importar razas, religiones, credos, colores de piel o niveles socioeconómicos. La ambición, la envidia, la codicia, la lucha por el poder, por el dinero, por los puestos ajenos, por los territorios y los bienes materiales de los vecinos han llevado al ser humano al robo, a la conquista, a la rapiña, al saqueo, la exterminación e inclusive la destrucción total hasta las raíces de ciudades, pueblos, razas y naciones enteras, al grado de hacerlos desaparecer de la tierra. Tales aventuras de violencia han sido justificadas siempre bajo el nombre, la palabra y los estandartes y banderas de Dios, utilizando y manipulando su Nombre bajo determinadas creencias y símbolos religiosos, o en esa supuesta búsqueda de una democracia definida siempre en términos ambiguos pero lucrativos, investidos bajo el rubro de “la verdad, la igualdad y la libertad”, términos que desde el inicio aparecieron como panaceas y fórmulas mágicas y contundentes hasta convertirse en el presente en espejismos, slogans y clichés desgastados, demagógicos y poco convincentes, que suenan huecos y obsoletos como parte de una mercadotecnia deslucida, falsa y artificial.

La historia de México no ha sido muy diferente de la historia universal; y al recorrer cuidadosamente y sin las sólitas censuras demagógicas las páginas y las imágenes de ella, nos podemos cerciorar de una historia de luchas violentas que nos han precedido aún antes de que surgiéramos como nación, producto de sociedades tan imperialistas y guerreras como fueron los aztecas y los españoles, y posteriormente en los siglos subsecuentes hasta el momento actual que estamos vivenciando. Lamitología griega en nuestros días, sigue siendo tan precisa y tan actual como lo fue hace más de dos mil años, puesto que los faunos y los centauros también forman parte de nuestra sociedad y de nuestra cultura, ya que habitan libremente entre nosotros como esos modelos de hombres, mujeres, parejas y familias a los que me estado refiriendo en las últimas semanas (Continuará).

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