ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C. (PSILAC)
CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA
EL ESTRÉS QUE VIVIMOS
(QUINCUAGÉSIMA PRIMERA PARTE)
¿Es éste el modelo de sociedad que necesitamos para sobrevivir, y por lo mismo, ya sea en una forma u otra, consciente o inconsciente todos contribuimos a su construcción y desarrollo, sin que al parecer nos importe mucho hacia donde nos dirigimos, o inclusive cual podrá ser el desenlace final? ¿Qué tan satisfechos nos sentimos con lo que hemos construido, aún a pesar de que en una buena parte del tiempo nos sintamos cansados, angustiados, desgastados y hundidos en un foso o igualmente prisioneros en una trampa que no parece tener muchas salidas? ¿Y si no estamos satisfechos, cuales son entonces las opciones disponibles, qué pensamos hacer al respecto o qué tan capaces somos para modificar una estructura social tan profundamente enraizada, tan sólidamente contaminada y a la vez tan desorganizada y controversial como ésta, a la cual pertenecemos, estamos adheridos y somos partículas fundamentales que giramos interminablemente dentro de su armazón? ¿En una sociedad como la nuestra, cómo podemos identificar y valorar la capacidad personal de cada uno de nosotros como individuos para luchar, sobrevivir, adaptarnos y trascender un ambiente tan estresante y tóxico como el que respiramos, que igualmente nos alimenta tanto en los aspectos físicos como en los psicológicos; un ambiente al que estamos expuestos cotidianamente y que por lo mismo, pone a riesgo tanto nuestra salud física como nuestra salud mental? ¿Qué porcentaje de genes y células delictivas debemos poseer para lograr adaptarnos y sobrevivir una sociedad tan caótica y delincuente como ésta? ¿O qué tipo de recursos necesitamos para protegernos tanto en lo individual, como en lo familiar y lo comunitario, para enfrentar mejor lo que parece haberse convertido en una epidemia de ansiedad que se extiende en todas direcciones y a niveles cada vez más tóxicos, sin que logremos valorar con certeza los efectos que nos produce en el presente o inclusive sus alcances a corto, mediano o largo plazo, especialmente cuando ni siquiera podemos medir su duración y magnitud? En este caso, se trata de una epidemia muy diferente a las que se dice hemos enfrentado en los últimos años, producidas por virus cada vez más novedosos, reales, ficticios o inclusive inventados por razones industriales, políticas y económicas, una epidemia producto de otro tipo de "virus", con otro tipo de intereses, quizás no tan diversos?
Y es así que compartimos una epidemia amarillista de nota roja que semeja una enorme madeja de mentiras, insultos, declaraciones sin sentido y falsas promesas, fraudes, delitos de todo tipo, incoherencias y contradicciones, en la que se mezclan sobre todo las luchas de poder políticas entre los partidos reales y los partidos fantasmas, entre los grupos legales y los grupos ilegales, y entre las familias criminales que en última instancia no son tan diferentes de los anteriores; grupos al fin en los que el dinero, los bienes materiales, las posesiones de todo tipo, los puestos públicos y la obtención del poder se convierten en los objetivos principales, sazonadas con amplias dosis de ignorancia, de falta de educación y respeto, de abuso, corrupción, cinismo, violencia, verdades a medias, falsedades, traiciones y una enorme aureola de impunidad, enmascarados a su vez por una espectacular y decorativa fachada de supuesta honestidad y democracia, embarrada y trepada sobre el lomo de todos nosotros, mientras lo aguantamos, lo permitimos y todavía somos capaces de pelear y competir para conseguir y pagar los boletos de platea o de primera fila para disfrutar el show. Esta epidemia me recuerda el tráfico vehicular de nuestra comarca, que en unos cuantos días empeorará aún más conforme se acerquen las fiestas navideñas. Un tráfico sumamente irregular y caótico, desorganizado, sin orden, en el que todos hacemos lo posible por estorbarnos y bloquearnos unos a otros, sin señales ni lineamientos, sin reglas, sin educación y sin respeto, agresivo y que puede llegar a todo tipo de insultos, abusos y violencia, incluyendo el robo y los secuestros, también sazonado por una gran ignorancia así como por la corrupción que se da de uno y otro lado, enmarcado todo ello por la falta de capacitación adecuada de los agentes, que parecen desconocer sus labores de educación y orientación de transeúntes y conductores, o como guías de un tránsito urbano más equilibrado, para perseguir incautos y "arreglarse" a levantar placas e infracciones (Continuará).