ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C. (PSILAC).
CAPÍTULO COAHUILA DE LA
ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA.
EL ESTRÉS QUE VIVIMOS.
QUINCUAGÉSIMA QUINTA PARTE.
Sin lugar a dudas, como se comentaba la semana pasada, el tráfico vehicular de la comarca es una fuente constante de estrés para quienes la habitamos, una fuente que a su vez nosotros mismos provocamos y alimentamos, hasta convertirla en un círculo vicioso en el que nos vemos envueltos y nos atoramos. Por lo mismo, es imperioso que al salir a la calle durante las próximas semanas, ya sea a pie, en bicicleta, en moto, en patineta o en cualquier otro tipo de vehículo, debamos tomar una serie de precauciones que nos mantengan protegidos tanto en nuestra salud física como en la mental. Para ello, debemos mantenernos superalertas, en una actitud casi defensiva al decidir tomar parte y sumergirnos en tal experiencia, debido al estilo irregular, desorganizado, de poca educación, caótico y casi ausente de reglas que caracteriza a nuestro tráfico cotidiano y que además empeora en estas fechas. A pesar de existir señalamientos y semáforos en sitios estratégicos en la mayoría de calles y avenidas principales, que intentan controlar y orientar ordenadamente el tráfico y marcan el derecho de preferencia, el enloquecimiento, la desesperación, la impaciencia, la inmadurez, la impulsividad fuera de control, la falta de pericia, el egoísmo, la ignorancia o la indiferencia a tales reglas de vialidad, o inclusive esos diversos distractores que se mencionaron el domingo pasado, determinan que en un cierto porcentaje las señales no sea respetado, lo que a su vez tampoco las hace tan confiables como se esperaría para quienes las respetan. Debido a ello, es aconsejable conducir alerta, cautelosamente y a la defensiva, sin confiar demasiado en tales señalamientos aún cuando se lleve la preferencia o inclusive cuando las luces estén en verde. Ello es especialmente aconsejable en esos ejes viales en los que se alcanza una velocidad más alta, y en los que con tanta frecuencia surgen sorpresiva e imprudentemente peatones, ciclistas, motociclistas, taxis, autobuses o cualquier otro tipo de conductor que desconoce, ignora o no le importan las reglas y señales, y que naturalmente tampoco las respeta, lo que obviamente ocasiona la mayoría de accidentes de mayor o menor grado en nuestra región. En tales ejes viales además de la alta velocidad que se alcanza, se presenta también el fenómeno de las tensas y reñidas competencias de los choferes de transportes urbanos, que de forma irregular e intempestiva se cambian de un carril a otro, a veces sin siquiera respetar las paradas para sus pasajeros, lo que tiende a convertirlos en una especie de bomba de tiempo rodante y a punto de explotar, con un riesgo enorme para todos: pasajeros, peatones así como para los demás vehículos y sus conductores A pesar de las ventajas que ofrecen como vías rápidas ejes principales como el Revolución, Independencia, Diagonal Reforma, Constitución, Miguel Alemán, o mismo el periférico y tantos otros, también se han convertido en caminos sumamente estresantes y muy vulnerables por el alto riesgo y la amenaza de accidentes que representan. Se trata de ejes cuya circulación requiere precisamente de un todavía mayor nivel de concentración, con un estado de alerta a toda prueba en el volante, con mayores dosis de desconfianza respecto a los señalamientos al igual que a los demás vehículos y conductores, rasgos que nos pueden ayudar a estar pendientes de las sorpresas desagradables que podamos enfrentar. Existen ciertas zonas de la comarca que carecen de dichos señalamientos, y en las que por costumbre se cree saber cuales son las calles que llevan la preferencia; sin embargo, a lo largo de los años he aprendido que esto no es necesariamente cierto, ya que existen conductores locales o foráneos que lo desconocen o tampoco les interesa saberlo y respetarlo, de modo que se atraviesan sin precaución alguna.
Manejar a la defensiva implica asimismo utilizar el cinturón de seguridad, mirar nuestros espejos laterales y retrovisor antes de movernos o hacer cambios abruptos, al igual que tener conciencia de que existen las luces direccionales para señalarles a los demás lo que planeamos hacer. Reconocer y utilizar tales accesorios tan útiles y tan sencillos es también una forma de cuidarnos y cuidar de los demás, e intentar disminuir esa locura estresante que nos inunda cada mañana al iniciar lo que significa esa heroica aventura de circular por las calles de nuestra comarca, mediante un estilo más respetuoso, educado y armónico que nos puede ayudar a todos (Continuará).