CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA.
EL ESTRÉS QUE VIVIMOS.
Una segunda fuente de estrés que mantiene un gran potencial para producir ansiedad en nuestros días como parte indispensable del ambiente que vivimos, es sin duda alguna la abrumadora comunicación masiva que nos inunda, a través de la transmisión de noticias, rumores, chismes y de todo aquello que decidimos pueda ser digno de hacerse público. Es ahí donde la prensa, la radio, la televisión, los teléfonos celulares, el Internet y sus redes sociales han ocupado ese rol preponderante y exclusivo que les otorgamos como algo indispensable en nuestras vidas. Y sin embargo, podemos preguntarnos: ¿qué porcentaje de toda esa información que recibimos a raudales hasta la sobresaturación es realmente verídico, creíble y confiable? ¿Cuáles son los niveles de ansiedad y de estrés que produce en nosotros una gran porción de la misma, y qué tan conscientes estamos de sus efectos también masivos; y qué tanto nos percatamos de tal fenómeno, e inclusive, cómo medimos dichos niveles en cada uno de nosotros? ¿Hasta qué punto es posible reconocer y confiar en la veracidad de las noticias, o de las declaraciones oficiales de nuestros personajes públicos, oficiales o privados, sea el más modesto de los empleados públicos, pero igualmente senadores, diputados, presidentes municipales, gobernadores, ministros, candidatos y hasta aún mismo el Presidente de la República? ¿Qué porcentaje de tales declaraciones es tendencioso, manipulador, falso, demagógico, publicitario, oropelesco, narcisista, sensacionalista al grado de caer en la verborrea plagada de grandiosidad, errores, mentiras y falsas promesas? ¿Y de acuerdo a la imagen que cada ciudadano rescata y fabrica de tales personajes y sus enunciados, qué influencia tendrá en éstos, especialmente cuando tanta de dicha información provoca un potencial de estrés y ansiedad potencial de niveles variados según la sensibilidad y el tipo de personalidad específica de quien lo reciba? ¿Qué porcentaje del material informativo que se desborda en la prensa, en los noticieros y en los programas informativos de los medios de comunicación, es realmente educativo, útil y benéfico, productivo, tranquilizante o esperanzador, o por el contrario, qué porcentaje de dicho material es amarillista, provocativo, agresivo o casi terrorista, morboso, especulativo, sensacionalista, deprimente o generador de angustia y de sentimientos negativos que desafían el sueño y la paz de los individuos? La información convertida en un producto que vende, que produce réditos y beneficia la economía de unos cuantos sin importar su calidad ni el grado de educación que provea, podría ser considerada como alimento o información "chatarra", sobre todo en una sociedad como la nuestra ahogada en el consumismo. En el fondo y contradictoriamente, la voracidad de un público estresado, ansioso y condicionado a consumir y alimentarse de ese tipo de noticias y material informativo chatarra, crea a su vez ese círculo vicioso en el que naturalmente se produce, se vende, se compra y se consume un producto semejante sin importar su calidad o su nivel educativo. Un círculo vicioso creado precisamente por los niveles de ansiedad y de estrés de un público que paradójicamente consume dicho material para luchar contra la ansiedad que le produce el "sentirse ignorante" y no "informado" de lo que sucede, y que tiende a satisfacer tales necesidades para sentirse entonces "seguro" de si "estar bien informado" y "saber todo lo que sucede" sin estar consciente o sin que le importe el precio que paga por ello, a un costo que se refleja en su salud mental y en sus estados anímicos.
No cabe duda que vivimos un mundo de tecnología sobrehumana que nos ofrece y nos mantiene ese privilegio de estar y mantenernos bien informados; de modo que es así como nos endeudamos para vivir rodeados prolíficamente de lo último de lo último. Precisamente dicho privilegio nos ofrece una opción que la mayoría de las veces ni siquiera tomamos en cuenta, la opción de reflexionar, analizar, seleccionar y decidir realmente sobre el tipo de información que deseamos, que sea productiva, benéfica, educativa, sin que acelere y aumente nuestros niveles de estrés y de ansiedad. Es decir, que poseemos el fantástico privilegio de usar nuestra inteligencia para razonar, analizar, seleccionar y decidir por nosotros mismos la información que adquirimos, sin que necesariamente seamos alimentados pasivamente por sonda o biberón a través de materiales aversivos "chatarra" que deterioran nuestra salud metal. Por lo mismo, al igual que en la actualidad se menciona tanto la necesidad de una dieta alimenticia balanceada, creo que igualmente debiéramos utilizar nuestro buen juicio y nuestro pensamiento crítico para decidir el tipo de información balanceada que debemos ingerir de acuerdo a nuestra sensibilidad y personalidad específicas, como un mecanismo que nos ayude a proteger nuestra salud mental y a evitar esos altos niveles de ansiedad y de estrés que nos acechan en el vertiginoso y voluminoso mundo de la información cotidiana. Sin duda alguna, ese es un enorme privilegio que podemos desperdiciar si así lo decidimos (Continuará).