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Nuestro futuro cataclismo

No hagas cosas buenas...

ENRIQUE IRAZOQUI

No deja de ser impresionante la tragedia que está viviendo Japón después de ser golpeado, primero por un terremoto que alcanzó los 9 grados en la escala de Richter y que generó a las horas un devastador tsunami que arrasó con las comunidades asentadas en el norte del país del sol naciente y que ha cobrado la vida de por lo menos 15 mil personas. Aunado a todo esto, el sismo dañó una planta nuclear de generación de energía eléctrica que tiene al pueblo nipón entero en alerta por contingencia de irradiación por las fisuras presentadas en los reactores de la dichosa generadora. Su economía se encuentra semiparalizada y su mercado de capitales llegó a registrar una caída en días de hasta 25%. Es un verdadero cataclismo.

Con ese escenario, donde una vez más la naturaleza demuestra que es indomable a los deseos de la humanidad y que al contrario, suele reaccionar con más furia cuando su equilibrio es violentado, se está llegando a la celebración del Día Mundial del Agua, elemento vital que cada día es más escaso por los irresponsables dispendios que se suelen hacer.

En el caso de La Laguna, de cada litro que sale de las compuertas de la presa Lázaro Cárdenas -El Palmito- se aprovecha el 38%, en tanto en la que es extraída de los mantos freáticos para el consumo doméstico e industrial, se tiene un desperdicio de al menos el 50%, según datos del Consejo Estatal de Ciencia y Tecnología (Coecyt).

Avelino Hernández Corichi, jefe de Proyectos del Coecyt, señala que la mitad del agua que se riega en las parcelas se pierde, ya sea por el efecto de evaporación o infiltración (que en todo caso es una recarga) en tanto en los sistemas de agua urbanos, la pérdida se debe a las fugas en las tuberías.

Hasta el cansancio surgen decenas de alertas de los riegos de proseguir desperdiciando y sobreexplotando el agua en la región. Por ahora, una proporción muy importante de las norias donde se extrae el preciado recurso, arroja en sus mediciones niveles de arsénico muy por encima de lo que el cuerpo humano puede ingerir sin resultar dañado. Ahora se informa que se llevará a cabo la instalación de filtros para eliminar el elemento venenoso, pero esto apenas es la punta del témpano de lo que nos depara si se sigue ignorando de hecho el problema, porque si por declaraciones fuera, hoy el problema estaría resuelto desde hace mucho.

Para contextualizar el tamaño del problema, se puede resumir de la siguiente manera: en La Laguna, dependiendo del volumen del ciclo agrícola con agua rodada, que en promedio es de alrededor de mil millones de metros cúbicos (este año se utilizarán mil cien millones) se utilizan en total dos mil millones de metros cúbicos, mil de las presas y mil que se sacan del subsuelo. Estudios señalan que la recarga del acuífero es de unos 600 millones de metros cúbicos, es decir, un déficit de 400 millones de metros cúbicos.

Por eso se tiene que bombear cada vez de más profundidad el agua, y obvio, cada vez tiene más partículas sólidas diluidas, como el arsénico.

Pero de lo que se saca bombeado, alrededor de 80 por ciento, va al cultivo, principalmente de forrajes para las vacas lecheras. Sacando números, sólo la agricultura genera ya un desequilibrio entre las recargas y extracciones.

Si del agua rodada, sólo se alcanza a utilizar un 38%, quiere decir que del subsuelo se extraen ochocientos millones para regar, desperdiciándose algo así como 490 millones, a eso hay que sumarle el desperdicio de iguales proporciones en el agua rodada, más la fuga del 50% del agua potable de la ciudades, da un desperdicio de casi mil doscientos millones de metros cúbicos por año, tres veces el déficit que se genera anualmente porque se le saca más agua de la que se recarga en el subsuelo.

Obvio que no existe técnica rentable para que el 100% del agua se utilice, que no haya pérdidas, pero es evidente que si hubiese voluntad política, responsabilidad y autoridad para proteger el medio ambiente, las cosas se podrían componer.

Ayer y hoy se está llevando el Engalec, que reúne a los productores lecheros de la región, y ya se habla abiertamente de la preocupación por la sustentabilidad.

Hay que exigir que gobierno y productores hagan lo que a cada quien corresponda. Sin duda, el trabajo de muchos ha generado gran parte de la prosperidad y manutención de miles de laguneros, pero esto ya no puede seguir así, si no se toma en cuenta que el desarrollo va aparejado con el equilibrio ecológico.

eirazoqui@elsiglodetorreon.com.mx

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