Las acciones militares tomadas por una coalición internacional, bajo el mandato de la ONU, para proteger a la población civil en Libia están causando problemas para el presidente Barack Obama.
Por esas razones, Obama salió a explicar y a defender sus decisiones ante el pueblo estadounidense y ante sus críticos. En una más de las muestras de su enorme capacidad de oratoria y de academicismo, hace una semana Obama sintetizó en un discurso poco más de doscientos veinte años de historia de política exterior de Estados Unidos y del involucramiento militar estadounidense en el mundo, así como dio su visión de cuándo y dónde debe usarse el poder militar estadounidense en el mundo, esbozando lo que muchos llaman ya la "Doctrina Obama".
En ese discurso, Obama repasa las tendencias de la política exterior estadounidense: por un lado, Obama reconoce el aislacionismo como un deseo que persiste aún entre muchos estadounidenses que, como Thomas Jefferson al inicio de la vida independiente de Estados Unidos, creen que "hay que renunciar al mundo para avanzar el interés nacional de Estados Unidos". Por el otro, en ese discurso Obama también trata de nivelar las críticas de quienes piensan que Estados Unidos debe seguir construyendo un sistema internacional a su imagen y semejanza y que para mantener su posición de actor dominante o hegemónico, los estadounidenses deben intervenir, incluso como un imperativo ético, en cualquier situación de crisis humanitaria internacional. Para quienes están en este punto, Estados Unidos es la "única nación indispensable", un actor "excepcional" que debe inyectar sus valores y su forma de vida en el mundo.
Aunado al choque entre el aislacionismo y el legalismo-intervencionismo, Obama también lidió con los cómos: unilateral o multilateralmente. A lo largo de su discurso hay un fuerte interés por hablar de las instancias multilaterales: Obama cita una y otra vez la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU que es lo que obliga a decretar una zona libre de vuelo sobre el espacio aéreo de Libia y que sirve como marco legal para una intervención militar internacional que ayude a detener la sangría de Muammar Gadaffi contra el pueblo libio.
Obama fue claro: Estados Unidos utilizará en Libia una combinación de fuerza bruta -sus misiles Tomahawk- más su poder económico - con decenas de millones de dólares para aliviar la crisis humanitaria que ya viven los libios- así como se respaldará en las alianzas multilaterales -OTAN, UE- para su intervención militar en Libia. Nada de soldados en el campo de batalla, ni mucho menos una permanencia de Marines en territorio libio. La razón: Obama carga la responsabilidad de sacar a las tropas estadounidenses de Irak y de Afganistán, así como la propia visión personal de Obama sobre el uso del poder estadounidense en el mundo cambia al respecto de su predecesor, George W. Bush.
Sin embargo, el discurso de Obama no dejó contento a nadie. Ni a las voces que siguen cuestionándose por qué se usan los misiles Tomahawk, que le cuestan una millonada a los contribuyentes estadounidenses, en un conflicto en el que "Estados Unidos no tiene ningún interés". Ni a las voces que, por el contrario, creen que a Obama "le tiembla la mano" y que la visión sobre el uso del poder que tiene el presidente es un "peligro para la hegemonía estadounidense" y que de seguir las cosas así, pronto otros actores, como China, superarán la presencia internacional de Estados Unidos.
Hay incluso voces respetadísimas, como la del constitucionalista Bruce Ackermann, que acusan a Obama de ser un "presidente imperial" por utilizar el poder militar estadounidense sin una autorización del Congreso, una tendencia que se ha repetido a lo largo de la historia de Estados Unidos, como demuestra el clásico libro de Arthur Schlesinger Jr.
En el fondo, Obama dio una cátedra sobre política exterior, un discurso que revela cuál debería ser el papel de Estados Unidos en el mundo en las próximas décadas y cuáles son los límites de lo aceptable en el comportamiento de un actor, que como Gadaffi, pierde toda coherencia y masacra a su población. Ojalá se viera también ese sentido de urgencia en otras zonas del continente Africano donde hay conflictos en los que miles siguen muriendo cada año.
Politólogo e Internacionalista
Twitter @genarolozano