EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Obama frente a Jintao

GENARO LOZANO

Desde los años 80, varios internacionalistas habían predicho una y otra vez que el poder de Estados Unidos entraba en una fase de declive y que pronto este país dejaría de ser la superpotencia global. Así, autores como Paul Kennedy, en el clásico libro "Auge y caída de las grandes potencias", auguraba que Estados Unidos cedería su poder ante el crecimiento económico de un país como Japón, que en esa década de los 80 pintaba para superar el poder económico estadounidense.

Más de 30 años después, Estados Unidos sigue manteniéndose como el actor dominante en el sistema internacional, pero China se está convirtiendo tal vez en la única nación que puede alcanzar, si es que no ya lo hizo, el estatus de super potencia. Y precisamente la semana pasada vimos una muestra de su influencia y de cómo se está redistribuyendo el balance de poder en el mundo y de cómo Estados Unidos se ve obligado a reconocer este cambio .

El presidente de China Hu Jintao realizó una visita oficial de cuatro días a Estados Unidos en un momento bastante especial para estas dos naciones.

Por un lado, en los últimos 15 años el crecimiento económico, el desarrollo militar, las capacidades tecnológicas y la influencia política internacional de China han suscitado múltiples preguntas y temores en todo el mundo.

En las relaciones internacionales, la interrogante se centra en qué papel jugará este gigante asiático en el sistema internacional en las próximas décadas. Después de todo, China tiene gigantescos recursos materiales y geográficos, los bautizados como "poder duro", así como una historia milenaria y una influencia cultural en todo el continente Asiático, el llamado "poder blando", poderes combinados que podrían eventualmente sustituir el predominio mundial de EU.

Así, China hoy tiene la población más grande del mundo, es el mayor exportador a nivel global, su economía es la segunda, sus ingresos per cápita son ya los de un país de medianos ingresos, como México, aunque mantiene aún una tasa de pobreza cercana al 20%.

Por el otro lado, Estados Unidos hoy con Obama tiene el interés de mantenerse como la nación indispensable, como dijera alguna vez Madeleine Albright, como esa Policía mundial de los valores de las democracias liberales occidentales y como el país que sigue construyendo un mundo a su imagen y semejanza y que le sirva a sus intereses nacionales. Y todo esto va en clara oposición y confrontación incluso con el modelo económico y político chino.

Por ello, China es la cuestión diplomática más importante para Estados Unidos en el siglo 21. Irán, Corea del Norte, Irak, Cuba y Venezuela son asuntos relevantes, pero de coyuntura a mediano plazo. En cambio, la relación chino-estadounidense es el reto principal para la actual supremacía mundial estadounidense, por varias razones.

El éxito comercial chino es un asunto innegable que le ha pegado a todas las economías del mundo, y especialmente a México, pero tal éxito y la apertura relativa de China al mundo no van acompañados de mayores libertades para el pueblo chino, de respeto a sus derechos humanos, ni de una mayor democratización.

China hoy sigue siendo territorio non grato para los activistas de derechos humanos. Los estudios que varias ONG elaboran cada año, sobre la situación de las mujeres, los homosexuales, los obreros, las minorías religiosas, etc., se realizan casi a oídas, ya que en muchos de estos casos los indicadores existentes son manipulados por el gobierno chino, no hay denuncias de abusos y la opacidad persiste.

Google ha llegado a China, pero censurado. La cuestión del Tibet aún no se resuelve. Jintao establece relaciones diplomáticas con los peores enemigos de Estados Unidos e invierte dinero en África, Asia y América Latina en regímenes poco democráticos y con un historial en derechos humanos parecido al chino.

Estados Unidos no ha encontrado la fórmula correcta para tratar a la potencia en ascenso que es China. Durante los 8 años de Bush dominó el pragmatismo en esa relación. China cooperó con el gobierno de Bush en temas de seguridad a cambio de que Bush no se metiera en temas de derechos humanos, pero con Obama es distinto.

Obama tiene toda la presión de sectores dentro de su partido para demandarle a China la liberación de Liu Xiabo, el chino que recibió el Premio Nobel de la Paz y que está detenido en Beijing. Y así ha sido el mensaje en esta visita de Jintao a Washington. Los derechos humanos y las libertades políticas del pueblo chino serán cada vez más un tema importante en la complicada agenda entre los dos países que este siglo irán redefiniendo el futuro de la humanidad.

Politólogo

E Internacionalista

Twitter @genarolozano

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 594077

elsiglo.mx