"No tengo más que admiración por el presidente Calderón y su voluntad de asumir esta lucha."
Barack Obama
NUEVA YORK.- Quizá lo más importante que hay que hacer notar es que, a pesar de la importancia que se le dio en México a la reunión entre los presidentes Barack Obama y Felipe Calderón, en los Estados Unidos la visita pasó en buena medida inadvertida. Los noticiarios de televisión en la Unión Americana casi no le prestaron atención y sólo unos cuantos periódicos nacionales le dieron algún espacio. Sigue habiendo una gran diferencia entre la importancia que en México le damos a la relación con Estados Unidos y la poca relevancia que en la Unión Americana tiene la relación con nuestro país.
No hay duda de que hubo un intento por parte del presidente Obama por darle su lugar al presidente Calderón. El mandatario estadounidense subrayó su admiración por el "extraordinario valor" que han mostrado el gobierno mexicano y el país en la lucha contra el crimen organizado. Estas palabras resultaban particularmente importantes a la luz de comentarios del embajador Carlos Pascual, difundidos por WikiLeaks, que mostraban un desprecio por la actuación del Ejército, al que acusaba de indolente, especialmente en comparación con la Marina. Al final, el presidente Calderón expresó en la conferencia de prensa: "Para mí ésta es una reunión muy importante, quizá más de lo que ustedes pueden saber."
Pero fuera de estas palabras, poco pudo ofrecer el presidente Obama, por lo menos en público, a las peticiones del presidente Calderón. Ante la constante exigencia del gobierno mexicano de que Estados Unidos detenga el tráfico de armas hacia México, así como México está haciendo esfuerzos por parar el tráfico de drogas a la Unión Americana, el presidente estadounidense reconoció su impotencia. La segunda enmienda a la Constitución de los Estados Unidos establece que los estadounidenses gozan del derecho fundamental de portar armas y los tribunales de ese país han interpretado esta enmienda en el sentido de que el gobierno no puede restringir el mercado de armas.
Por el otro lado, el presidente Calderón prometió al presidente Obama pedir al Senado de nuestro país que considere eliminar la prohibición a los agentes estadounidenses en territorio nacional de portar armas. Es difícil pensar, sin embargo, que en un año preelectoral, y en un momento de extrema debilidad política del presidente Calderón, el Senado aceptaría una medida de esta naturaleza. Es más probable el cumplimiento de la promesa de Calderón en el sentido de que, si los tribunales mexicanos no se oponen, consideraría la posibilidad de extraditar a los Estados Unidos a los responsables del homicidio del agente Jaime Zapata ocurrido el pasado 15 de febrero.
No deja de ser interesante que en una reunión convocada al parecer como consecuencia del agente Zapata, el acuerdo más importante se haya registrado en un tema que no tiene nada que ver con la seguridad. El presidente Obama se comprometió a tomar medidas que efectivamente permitan el ingreso de camiones mexicanos a las carreteras estadounidenses, una medida considerada desde un principio por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, pero que ha sido bloqueado por los sindicatos de autotransportistas de Estados Unidos y por algunos legisladores demócratas.
En la reunión en privado, sin embargo, deben haber surgido otros acuerdos importantes en materia de seguridad. La aparente satisfacción de los dos mandatarios con la reunión parece asegurarlo. Pero de esos acuerdos no nos enteraremos mientras no empecemos a ver los cambios en la política de seguridad de los dos países.
CENSURA
La censura ordenada por un juez a la película Presunto culpable, no es aceptable para un país de libertades. Si esta decisión se mantiene, todo intento por presentar a través de documentales o de otros trabajos periodísticos la verdad sobre la justicia en nuestro país se volvería imposible.
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