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¿Otro 'rescate' del Centro Histórico?

Periférico

ARTURO GONZÁLEZ

Un indicador de la eficiencia de las autoridades e instituciones de una ciudad bien puede ser el estado que guarda el Centro Histórico de la misma. Origen y vértice, santuario cívico fundacional, lugar donde se asientan los edificios y monumentos más antiguos de la urbe, el Centro refleja el interés de una sociedad por su historia y su patrimonio. El de Torreón, pese a los planes proyectados, las obras realizadas y los millones de pesos invertidos, dista mucho aún de mostrar un rostro del cual podamos enorgullecernos.

Desde hace 15 años por lo menos, el tema del rescate del Centro Histórico de Torreón ha sido recurrente en la agenda pública. Comerciantes, grupos empresariales, vecinos y ciudadanos en general reclaman desde entonces poner alto a la decadencia del primer cuadro de la ciudad. Los gobiernos municipales, en respuesta, arman sus proyectos, presentan sus propuestas y destinan recursos públicos, pero no atinan a cumplir la expectativa de la ciudadanía: hacer del sector un lugar de atracción turística, comercial y de esparcimiento.

La administración del panista Guillermo Anaya (2003-2005) echó a andar el famoso "proyecto de ensamblaje" que abarcaba varias obras como: la instalación subterránea de líneas telefónicas y eléctricas; la creación del paseo turístico Canal de la Perla; la construcción del mercado Nueva Alianza; la promoción de estacionamientos; la creación de una estación de camiones suburbanos, entre otros. Algunas de estas obras se llevaron a cabo, otras quedaron en el papel a la espera de que el siguiente gobierno les diera continuidad. Pero no fue así.

Con José Ángel Pérez (2006-2009), también panista, se abandonó el proyecto de ensamblaje y se creó otro que tenía como prioridad liberar las banquetas de la avenida Hidalgo y Juárez de vendedores ambulantes. Se instalaron entonces módulos metálicos en las calles Cepeda y Valdés Carrillo, habilitadas como paseos peatonales. También se repavimentaron varias vías y se colocó nuevo equipamiento. No obstante el intento de poner orden en el ambulantaje, las obras no tuvieron el impacto esperado.

El Ayuntamiento actual, presidido por el priista Eduardo Olmos, también ha tomado el rescate del Centro Histórico como bandera. Primero remodeló la Plaza de Armas y luego, en colaboración con el Gobierno del Estado, inició la construcción de un estacionamiento debajo de lo que será la Gran Plaza y la nueva sede de la Presidencia Municipal, obras que presentan un retraso considerable debido a la falta de recursos.

Recientemente Olmos acaba de anunciar el que, dice, será uno de sus grandes proyectos para 2012: la creación del "Paseo Morelos", en la avenida del mismo nombre, y del cual apenas ha esbozado algunos detalles.

No obstante todos los planes y obras citados, la situación del Centro Histórico no mejora. Por ejemplo, la Cámara de la Propiedad Urbana de Torreón estima que el 20 por ciento de los locales comerciales se encuentran abandonados y en algunas vialidades, como la Morelos, la situación es peor, con 3 de cada 10 establecimientos vacíos.

Y es que muchos de los problemas que enfrenta el Centro son los mismos desde hace años: inseguridad, prostitución, fincas semiderruidas, monumentos abandonados y un estado generalizado de deterioro. Y esto aunque se cobre a los ciudadanos una cuota anual en el pago de derechos vehiculares bajo el concepto de "mantenimiento del Centro Histórico".

Si se analiza bien la situación del sector se podrá ver que el problema de fondo tiene que ver más con la ausencia de visión que con la falta de recursos. Cada administración que viene decide de forma arbitraria las obras a realizar sin contar primero con un diagnóstico y un proyecto integral consensuado. Se debe considerar, por ejemplo, el dinamismo reciente del oriente de Torreón o la peculiaridad del primer cuadro, que desde hace años ha dejado de ser el centro físico de la ciudad, y que bien podría funcionar como centro de toda la zona metropolitana. Pero en este, como en muchos otros ámbitos, se camina a tientas, sin tener certidumbre de a dónde llevarán los pasos que se dan. Y vaya que esos pasos cuestan.

Antes de que se gaste más dinero en el pregonado "rescate" del Centro Histórico -o en cualquier otro proyecto-, las autoridades locales deberían responder a cuestionamientos elementales como: ¿Por qué invertir en esa obra? ¿Cuál es el objetivo y el plan a largo plazo? ¿Qué problema se pretende resolver? ¿A cuántos va a beneficiar y de qué manera? ¿Qué perjuicios va a generar? ¿Están de acuerdo los vecinos del sector? ¿Cuánto costará realmente? ¿De dónde saldrá el dinero?

Si las decisiones sobre las obras se continúan tomando de forma unilateral, arbitraria y sin consenso, por más recursos que se inviertan seguiremos teniendo un Centro Histórico que no nos inspira orgullo alguno y al cual sólo vamos cuando es estrictamente necesario y muy a nuestro pesar. Un Centro Histórico, pues, que refleja la falta de visión de nuestras autoridades.

E-mail: argonzalez@elsiglodetorreon.com.mx

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