En el carácter de toda persona podemos detectar con una gran precisión, si tiende a ejercer las fuerzas de su carácter, de una manera "productiva" o "improductiva".
Hay personas cuya tendencia consiste en "recibir" de los demás, para que los otros le den. Están convencidos que padecen de debilidades de su carácter, que no les permiten enfrentarse al mundo con sus propias fuerzas. Estas personas creen firmemente que el amor, placeres, bienes materiales, solamente pueden recibirlos del exterior.
Están convencidos que nada o muy poco pueden hacer para generar desde "sí mismos", una serie de condiciones que les permitan luchar y esforzarse por lo que quieren. Con frecuencia, en el terreno del "amor", es más importante para ellos el "ser amado" que el amar. Esta tendencia los priva de una de las emociones más sublimes del amor: amar de una manera incondicional, con el gran riesgo de que no se reciba en la misma medida o que de plano, no reciba nada.
Hay un porcentaje considerable de mujeres que desean más ser amadas que amar. Esta profunda tendencia de su carácter las hace susceptibles de ser engañadas en sus relaciones afectivas. Las mujeres que desean recibir afecto son presa fácil de todo manipulador abusivo. Estas mujeres, y también hombres, por supuesto, fácilmente caen en las redes de personas perversas que sólo aprovechan la ocasión. Estas personas orientadas a recibir más que a dar, padecen de una agudísima sensibilidad. El menor descuido de su pareja, una palabra inadecuada, el incumplimiento de una promesa aun cuando sea leve, detonan los volcanes de su sensibilidad. Todo les parece desaire, olvido, y rechazo, cuando en la realidad esto no es siempre así.
Probablemente, los tres miedos más profundos de un recién nacido, sean estos: temor a caer, a no ser alimentados, y a ser abandonados por sus padres. La persona con una orientación improductiva de su carácter con una preponderante tendencia a "recibir", permanentemente padecen de un pánico larvado a ser abandonados. A ser abandonados por su pareja sentimental, a sufrir el abandono de sus amigos, protectores, jefes, y toda persona que le proporcione algún tipo de bien anhelado.
El grave riesgo consiste en que la conducta de estas personas crea todas las condiciones para que se dé en la realidad la "autoprofesía cumplida". Tanto insiste en que se van a cumplir sus miedos, que terminan convenciendo al otro (protector), a que debe dejar de protegerla: si insiste tanto en el futuro abandono, será por que así debe ser, podría pensar el protector, amigo, pareja, etc.
Estas personas sufren mucho. Siempre están con el "Jesús en la boca", y terminan diciendo que lo que tiene que ser, será, y que al final de cuentas, Dios tiene la última palabra.
Lo que quieren, es recibir la ayuda de un ser Superior, reforzando sus tendencias a ser ayudados. Jamás piensan en aplicar el refrán de "A Dios rogando y con el mazo dando". Todo lo quieren dado y que venga de otros. Esta es la razón por lo que estas personas manifiestan hacia sus protectores una lealtad a toda prueba. No agradecen en la medida adecuada, sino que su agradecimiento es desmesurado.
Critilo ha observado a lo largo de su vida, que estas personas con un carácter improductivo y con una poderosa adicción a esperar de otros lo que quieren, pueden cambiar "radicalmente" sus vidas. Solamente tienen que cobrar una clara conciencia de que nunca han utilizado sus propias fuerzas ni se han atrevido a tratar de alcanzar por sí mismos lo que desean.
Las personas que se han acostumbrado solamente a recibir, pueden terminar con esa perniciosa actitud y viciosa conducta. Y para ello, nada mejor que empezar a actuar en sentido contrario. Nada mejor para ellos, que llevar a cabo una máxima del más grande poeta lírico de la Antigua Grecia, Píndaro, quien escribió:
"Atrévete, atrévete más, atrévete aún más... pero no demasiado".
Las mujeres y hombres atrapados en su pequeño mundo de sólo recibir y de buscar protectores, cuando empiecen a "atreverse" en pequeñas cosas, se darán cuenta que un nuevo mundo aparece ante ellos. Por vez primera experimentarán que mucho más allá de sus protectores, hay una persona con la que "siempre" contarán: "ellas mismas".
Después de algunos meses de estar atreviéndose en pequeñas cosas, darán el siguiente enorme paso: atreverse más, como lo aconseja Píndaro. No será necesario llegar a la fase de "... atrévete aun más .., pero no demasiado". En este segundo paso de atreverse más, serán testigos de que poseen grandes fuerzas espirituales y emocionales que jamás las habían usado. Su atrevimiento tendrá genio, poder y magia, y sus logros serán una constante en sus nuevas vidas.