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PALABRAS DE PODER

Dolor físico y sufrimiento emocional

JACINTO FAYA VIESCA

LA CULTURA CONTRA LA NATURALEZA

Todo lo que hacemos, escribió Aristóteles, es en vista a nuestra felicidad. O al menos, así lo creemos.

Las poblaciones de todos los países del mundo desean alcanzar algún grado de felicidad, aun cuando las personas estén enfermas, vivan en la pobreza o sufran de una grave discapacidad. Nada está mejor repartido en el mundo entre todos los seres humanos, que una instintiva y cultural tendencia a evitar el dolor físico y el sufrimiento emocional, así como a lograr un determinado grado de dicha. El romano, Cátulo, expresó: "¿Qué cosa pueden darnos los dioses más apetecible que una hora de felicidad?"

Los animales, entre más evolucionados, procuran evitar y disminuir los dolores físicos, pero como carecen del lenguaje y de cultura, no pueden transmitir a otros animales las formas de evitar el dolor físico. Nosotros, Homo Sapiens, contamos con el lenguaje y la cultura, y de esta manera, contribuimos con nuestros congéneres, comunicándoles nuestros aprendizajes para evitar y disminuir los dolores físicos y los sufrimientos morales.

Los seres humanos no somos "Naturaleza", como sí son los animales. El filósofo español, José Ortega y Gasset, escribió que las personas no tenemos una Naturaleza, sino historia. Lo que quiso decir Ortega, es que las personas no estamos ancladas ni atrapadas por la Naturaleza, sino que nos rebelamos contra ella y la sobrepasamos a través de nuestras ideas, emociones y conductas.

La cultura sí se opone a la Naturaleza ciega. La Naturaleza no piensa ni decide por nosotros, pero el inmenso hecho de la "cultura" nos permite en cierta, o en gran medida, decidir y dirigir nuestra vida.

El invento más portentoso de la humanidad ha sido el lenguaje. No habrá jamás otro invento que pueda superarlo. El lenguaje no fue un descubrimiento, pues nunca formó parte de la Naturaleza humana. Se descubre solamente lo que está en la Naturaleza (mares, montañas, flora, fauna, etc.), y únicamente se inventa lo que está fuera de la Naturaleza, o aun, en contra de ella.

La Naturaleza nos da bienes y males de una manera absolutamente impensada: nos proporciona lluvia para nuestras cosechas, frutos y animales para alimentarnos. Pero también nos envía inmensos daños como terremotos, eras glaciares, sequías que dejan en la hambruna a naciones enteras, lluvias abundantes que destruyen poblaciones, y seres vivos que han matado a miles de millones de personas en la historia de nuestra evolución: bacterias, hongos y miles de agentes patógenos vivos, que han diezmado a la humanidad. La peste bubónica, la viruela, el sarampión, la poliomielitis, enfermedades gastrointestinales causadas por bacterias y que matan cada día a diez mil niños menores de cinco años. La malaria, el Sida y miles de enfermedades más.

Ante estos males, el hombre goza de una única arma para evitar transitoriamente la muerte y el dolor físico: cuenta con la cultura, las ciencias exactas y las ciencias del espíritu. Dispone de la tecnología y comunicaciones; cuenta con la literatura y la filosofía como instrumentos que lo capacitan para gozar de un mejor juicio y para inventar formas de gobierno para una vida mejor. En el fondo de todos estos esfuerzos del hombre, subyacen cuatro objetivos fundamentales que son los mismos en todos los pueblos de la tierra: instrumentos, conductas y formas de vida que les permitan retrasar la muerte; instrumentos y conductas que le eviten o disminuyan sus sufrimientos emocionales; una serie de acciones y técnicas que les eviten o disminuyan los dolores físicos; y finalmente, todo un arsenal de ideas, actitudes y conductas, que los conduzcan a lograr la felicidad o un poco de dicha.

Pasteur, el iniciador de la bacteriología; Salk, inventor de la vacuna contra la poliomielitis; y Fleming descubridor de la penicilina, han sido tres gigantes en la ciencia y la cultura de la humanidad. Los tres lucharon contra la Naturaleza y con sus descubrimientos han salvado y salvarán a cientos y miles de millones de seres humanos.

Nuestra inteligencia y sus hijos, nuestras ideas, han sido un motor de nuestra cultura. Nuestras erróneas ideas nos han causado males incalculables, pero también, el acierto de nuestras ideas nos ha proporcionado innumerables bienes. ¡No es cierto que en la Naturaleza todo sea bueno!, ni tampoco que la Naturaleza sea nuestra mejor guía ni lo más conveniente. La "gripe española" mató en 1915, a más de cincuenta millones de personas. Hoy en día, la cultura en muchos sentidos es un enemigo de la Naturaleza.

¡No es cierto que la Naturaleza y la buena ciencia siempre estén de acuerdo! Máas bien, con mucha frecuencia, son enemigos: ante las bacterias, virus, hongos y microorganismos patógenos que pertenecen a la Naturaleza, y que causan la malaria, la tuberculosis y cientos y cientos de enfermedades, la ciencia se alza contra la Naturaleza y enfrenta a sus flagelos. Otras veces, la ciencia acude a la Naturaleza a fin de buscar sustancias que permitan luchar contra enfermedades pertenecientes a la misma Naturaleza.

Nuestras mejores armas contra el dolor físico y el sufrimiento emocional, las vamos a encontrar en las ciencias de la biología, mecánica, física, medicina y neurología. Y para luchar contra todo tipo de sufrimientos emocionales, habrá que acudir a veces a la medicina, pero permanentemente tendremos que aplicar nuestro buen juicio, sentido común y sensatez, y además, impregnarnos de las virtudes de la prudencia, la valentía, la bondad y el mejor escudo de todos: la entereza.

Jacintofayaviesca@hotmail.com

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