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PALABRAS DE PODER

Emociones destructivas

JACINTO FAYA VIESCA

'COMPRENDER' NUESTRAS EMOCIONES ES LO IMPORTANTE.'

"La emoción hace que yo piense, pero enturbia sin cesar mi pensamiento", escribió Arreat, en su obra "Reflexiones y máximas".

Lo que tenemos más cerca de nosotros, paradójicamente, es lo que menos advertimos: me refiero a nuestras "emociones". Nos sucede lo que ya la Biblia nos había dicho de nuestra habilidad y buena vista para advertir la paja en el ojo ajeno, mientras que no vemos la viga en el propio.

Seguramente, nada contribuye más a nuestra dicha que las buenas emociones y alegres estados de ánimo. Las emociones pueden conducirnos a llevar nuestras vidas de manera desastrosa, y lo peor de todo, es que no nos damos cuenta de ello.

La envidia, los celos, un amor no correspondido, la ira y el odio ocultos en las cavernas de nuestro corazón, pueden estar dominando nuestra existencia sin que lo sepamos siquiera. Y es que el sólo conocimiento de una o más emociones perturbadoras no es suficiente para tratar eficazmente esas emociones que nos están perturbando o francamente, destruyendo nuestra existencia.

El problema es muy complejo, pues en primer término es difícil que nos demos cuenta cuál emoción nos está trastornando. Luego, si llegamos a percatarnos de esa emoción, lo más probable es que únicamente lleguemos a tener un ligero "conocimiento" de la misma, y esto no resuelve nada, pues lo esencial no es tener un conocimiento de la emoción perturbadora, sino que lleguemos a "comprender" a fondo la naturaleza e intensidad de esa emoción.

Conocer no lleva necesariamente a la "comprensión" de algo. El conocimiento se da en el orden de la inteligencia y de la operación de nuestra razón. En cambio, la comprensión se da en el orden de los afectos, intuición y de la buena intención. En suma, se da en el orden de las fuerzas del espíritu.

Podemos sentir un odio muy intenso por una persona muy cercana a nosotros. Al empezar a darnos cuenta de esa emoción, trataremos de ocultarla y negarla, terminando por creer que esa emoción del odio no existía o francamente, murió. Pero es tan poderosa esa emoción y dada la cercanía con esa persona, que verdaderamente ese odio está vivo y gobierna nuestra vida en muchos sentidos. Lo mismo puede sucedernos con emociones como la envidia, el rencor, el amor y el miedo.

Lo peligroso de no "comprender" las emociones que nos dominan, es que realmente pueden gobernar nuestras vidas por días, meses, años, y con frecuencia, durante toda nuestra existencia. A veces, la emoción no comprendida causa que nos expresemos con imprudencia y que salga esa emoción rompiendo nuestro pecho. ¿Qué acaso ya nos olvidamos de la máxima latina que dice: "De lo más profundo del pecho"?

Permanentemente guardamos una determinada sintonía con el mundo, o bien, desvalorizamos de bulto nuestra existencia. Podemos sentir que la vida es buena con nosotros o bien, sentir que nuestra existencia está envuelta por negros nubarrones.

Y no nos percatamos de que esos dos sentimientos señalados, no responden a un balance objetivo de nuestra realidad, sino que son nuestros "estados de ánimo" y "emociones" los que pintan de rosa o de negro nuestras vidas.

El hecho más deslumbrante, verdadero y contundente de nuestras vidas, es el siguiente: que nuestros estados de ánimo y emociones son los que más nos afectan y determinan nuestros comportamientos. En el fondo de nuestra alma, no anhelamos ni la riqueza ni el poder, sino estados de ánimo de alegría, paz, jovialidad, confianza y seguridad, así como también emociones como el amor, benevolencia, valentía y felicidad. Nuestros estados de ánimo y emociones son las vías por donde transitan nuestras existencias. Son también, el gozo del viaje, y además, son el destino anhelado por nosotros.

Debemos aceptar con un valiente realismo, que la gran mayoría de nuestras emociones "son" negativas o desagradables. Como seres humanos, padecemos de una permanente vulnerabilidad: nos sentimos cansados o enfermamos, tememos a la muerte y a la escasez.

La constante en nuestra existencia son las decepciones, ingratitudes, pérdidas de amigos queridos, pérdidas de vidas de seres muy queridos, sorpresas desagradables y sueños rotos.

Las emociones de una fuerte carga positiva, como un gran amor, amistades muy queridas y fieles, y los éxitos constantes, están ausentes de ser impactos muy fuertes. La paz, contentamiento y satisfacción personal, contribuyen a nuestra dicha, pero no nos conmocionan.

En cambio, la muerte de nuestro cónyuge, el rompimiento sentimental con un hijo o el diagnóstico de una enfermedad grave, causan emociones de un alto dramatismo.

¿Qué conclusiones podemos obtener de todo esto? La primera y más importante, consiste en saber que los "estados de ánimo" de mal humor, aburrimiento y desasosiego, casi siempre son causados por falta de energía física. Si descansamos varias veces durante el día, hacemos ejercicio con regularidad y no tomamos alcohol, nuestros niveles de energía se incrementan y desaparecen los "estados de ánimo negativos" además de que nos invaden estados de ánimo positivos como la calma, la confianza y el contento.

Segunda conclusión: emplear tiempo y esfuerzo para investigar cuáles emociones, como el odio, el rencor o el miedo, están gobernando nuestras vidas sin que nos demos cuenta.

¡Recordemos que conocer no es lo mismo que comprender! Y en el terreno de las emociones que nos perturban o que están destruyendo nuestras existencias, lo importante "no" es conocer nuestras emociones, sino que lo esencial es comprenderlas a profundidad, a fin de poder quitarles el mando que ejercen sobre nosotros.

jacintofayaviesca@hotmail.com

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