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PALABRAS DE PODER

¿Optimismo o pesimismo para siempre?

JACINTO FAYA VIESCA

PODEMOS ENSEÑARNOS A VER EL VASO MEDIO LLENO

¡El optimista así nació, y lo será para siempre! ¡El pesimista así nació, y lo será para siempre!¡Las dos anteriores afirmaciones son falsas en su esencia!

Es cierto que nuestros genes marcan una tendencia para que veamos el vaso medio lleno o medio vacío. Maneras de ver el vaso que distingue a los optimistas de los pesimistas.

Si los genes gozan de este poder, nuestro entorno o medio ambiente juega un papel aún mayor. Una persona que nació con genes tendientes a ser optimista, puede convertirse en un ser profundamente pesimista, si es que se desarrolla en un entorno social deprimente.

En el caso de niños alegres en sus primeros años, pero que vivieron en hogares en permanente conflicto debido a padres alcohólicos o golpeadores y a madres violentadas y tristes, esos niños alegres se convertirán en adolescentes o jóvenes tristes y deprimidos. Y si además, esos niños se desarrollaron en un entorno francamente hostil, con miseria económica o moral, tendremos a jóvenes y adultos pesimistas.

El medio ambiente o entorno social - bueno o malo - ejerce sobre las personas una influencia predominante, de tal manera que condiciona en muchos sentidos las conductas de las personas que viven dentro de ese entorno familiar y social. A la vez, estas conductas modifican a los genes. Si el niño o joven era optimista, pero sus conductas son dañinas, modificarán sus genes, y de una tendencia genética al optimismo, los genes modificados marcarán una nueva tendencia genética al pesimismo.

¿Entonces, una persona joven o adulta pesimista, ya no puede convertirse en una persona optimista?

¡La genética, la psicología cognitiva y la psicología conductual han demostrado contundentemente, que personas pesimistas y deprimidas sí pueden convertirse en personas optimistas, alegres y constructivas!

Estos cambios se producen por el hecho de alterar una serie de pensamientos derrotistas y de adoptar conductas positivas. En primer lugar, la psicología ha comprobado que los pesimistas distorsionan sus pensamientos de una manera absurda y sin base en la realidad. Por ejemplo: creen ciegamente que carecen de las capacidades suficientes para hacer frente a sus problemas. Piensan que su futuro nada bueno les traerá, por lo que están convencidos de que son un fracaso.

En las guerras civiles, en las dos últimas Guerras Mundiales, las personas se sorprendían de sus capacidades de aguante, de sus enormes facultades para resolver sus graves problemas, de sus dotes para sobrevivir en condiciones extremas de escasez y de peligro. Seres humanos que se creían unos fracasados, cobardes y deprimidos, se comportaban con sorprendente valentía, entereza y capacidad para luchar y seguir adelante ante los agudos problemas en conflictos bélicos o en desastres naturales.

Jamás imaginaron que fueran capaces de tantas proezas. Esto lo vemos cada año en muchas naciones abatidas por desastres naturales. De hombres y mujeres de condición social estrecha y que se consideraban fracasadas, ante lo desastres naturales surgen como heroínas y héroes, con una valentía, solidaridad y generosidad inimaginables.

Recordemos que el ser humano no tiene naturaleza, sino historia. Los lobos, caballos, elefantes, nacen con esa naturaleza y morirán como lobos, caballos y elefantes, tal y como nacieron. ¡El ser humano, no! Su potencial de desarrollo es inmenso: puede llegar a gozar de las más sublimes cualidades o llegar a ser el más depravado, cruel y sanguinario. Todo va a depender de su medio ambiente social, de su educación infantil y de sus conductas.

Es cierto que el genio en matemáticas, música o pintura, se debe a sus rasgos genéticos. Pero si estos potenciales genios se hubieran desarrollado en un medio ambiente de miseria y de conductas antisociales, jamás hubieran llegado a ser los genios que fueron.

En cualquier edad de nuestra vida podemos destruir nuestros pensamientos catastróficos y exageradas opiniones que sólo anuncian desastres para nuestras vidas. En cualquier edad seremos capaces de abandonar conductas adictivas dañinas, alcohol, estupefacientes, comida en exceso... Podemos empezar a tener una visión de la vida más razonable, si es que deseamos gozar "el presente".

Si partimos de la idea de que todos vamos a morir, y de que todo es vanidad, como lo dice la Biblia, sería imposible que pudiéramos vivir de una manera creativa, útil, amorosa, alegre y optimista.

En la Roma Antigua, gozaba de gran fama el siguiente adagio: "Mutatis Mutandi", que traducido al español dice: "Cambiando lo que se debe cambiar".

El genial poeta de la Roma Antigua, Virgilio, escribió: "Qué diferentes de lo que antes eran". Y en base a este pensamiento, quiero señalar que lo más sorprendente de llegar a ser diferentes de lo que antes éramos, en el sentido de haber extinguido nuestro pensamiento, y en su lugar, haber adoptado una actitud, pensamientos, sentimientos y conductas que nos conviertan en "optimistas", lo más sorprendente, repito, es que el camino es mucho más fácil y corto de lo que pensamos.

Cuando alejamos nuestro catastrofismo, sentimientos exagerados, comparaciones dañinas y sin sentido, nuestro espíritu se equilibra, nuestra visión de la vida se aclara, y de pronto, estamos absolutamente convencidos de que "el vaso está medio lleno".

jacintofayaviesca@hotmail.com

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