BUSCA REMEDIOS PARA TUS LAMENTOS
En nuestras pláticas, siempre sale Shakespeare a relucir, le dijo el Aprendiz a su amigo el Sabio. ¿Cuál es la razón de ello?
Mira, amigo, le contestó el Sabio: grandes pensadores de la humanidad afirman que Shakespeare no sólo ha sido la cabeza más privilegiada que haya existido, sino además, con profunda admiración dicen que este poeta y dramaturgo inglés, es el más grande sabio de todos los tiempos, así que cuando leemos algo de él, estamos en contacto con la sabiduría más profunda.
En su obra, "Los Dos Caballeros de Verona", nuestro genial dramaturgo expresó a través de su personaje Proteo, este pensamiento: "Cesa de lamentarte por lo que no puedes remediar y busca remedio para tus lamentos".
Si observas bien -le dijo el Sabio a su amigo -, una de las causas más comunes del sufrimiento humano, consiste en nuestra rebeldía, inconformidad y rabia ante lo que no podemos remediar. Si contrajimos una enfermedad crónica incurable, si murió un ser muy querido nuestro, si fracasó un proyecto en el que abrigábamos grandes ilusiones, y muchos ejemplo más, no sólo sufrimos mucho por ello, sino además, a este sufrimiento agregamos muchas dosis de sufrimiento adicional: el sufrir excesivamente al no cesar de lamentarnos por lo que no podemos remediar.
¡Pero ello es normal!, le dijo el Aprendiz. ¡Casi nunca lo es!, le respondió el Sabio. Shakespeare complementa su idea aconsejando que debemos buscar remedio para nuestros lamentos. ¡Por supuesto que nos resultará imposible no lamentarnos ante grandes adversidades, y también es claro que la causa de muchos de nuestros lamentos no la podemos remediar!
Hay que saber entender a Shakespeare y sólo lo lograremos si estamos identificados con la obra de este inmenso dramaturgo. Nuestro poeta inglés sufrió mucho en su vida, y lo que nos enseña con su propio ejemplo de vida y sus geniales obras, es que nunca debemos dejarnos arrastrar por una avalancha de lamentos y permanecer paralizados ante nuestras adversidades.
¡Nos dice muchas veces Shakespeare, que debemos actuar para rescatar lo más posible de lo que hemos perdido, y que el lamento por el lamento mismo, es inútil y dañino!
¡Cuánta razón tiene Shakespeare!, le dijo el Aprendiz a su amigo el Sabio. Y creo, amigo, que el escritor francés Girardin también tuvo mucha razón al escribir: "Hay personas a las que el lamento sirve de consuelo".
¡Muy buena tu observación!, le respondió el Sabio. Muchos se lamentan para consolarse, pero también para sentirse víctimas y despertar la atención que tanto desean y que no reciben de personas como el cónyuge, hijos, padres y amigos.
El personaje Proteo en esta obra de Shakespeare dice terminantemente: "... y busca remedio para tus lamentos", le recuerda el Sabio a su amigo. Aquí debemos retomar otro pensamiento genial del dramaturgo inglés, quien escribió: "Los males desesperados se alivian con remedios desesperados". A lo largo de su obra, nuestro poeta se inclina por elegir remedios "desesperados" en el sentido de remedios "extremos", y no para aliviar nuestros males, sino para solucionarlos o beneficiarnos.
Hay una observación extremadamente profunda de Shakespeare en el orden psicológico, que en lo personal la creo totalmente -le siguió diciendo el Sabio a su amigo-, ya que para mí, Shakespeare junto con Dostoievski son los dos más grandes conocedores del alma humana.
Esta genial observación la escribió Shakespeare en su obra "Otelo", una de sus mejores cinco obras de las treinta y ocho que escribió. En Otelo, sentenció: "Cuando los remedios son inútiles, los pesares que se ligaban a nuestras esperanzas dan fin por la inutilidad misma de los remedios".
¡Explícamela amigo!, le pidió el Aprendiz.
¡Fíjate muy bien!: una persona está muy preocupada en virtud de que padece un cáncer que tiene la esperanza de curarse. O bien, un negociante ve que su negocio anda muy mal, pero abriga la esperanza de que eso mejore dadas ciertas estrategias que implantó.
Pero resulta -siguió hablando el Sabio-, que los remedios para curar el cáncer de esa persona, fracasaron, y ya no hay otros disponibles, o que las estrategias para salvar el negocio de la quiebra, no dieron resultado.
En ambos casos, los golpes son durísimos y no hay ninguna esperanza a la cual agarrarse. En estas dos definitivas pérdidas, habrá mucho sufrimiento y rabia, y aquí se da un cambio profundo en el juego de las emociones. ¡El sufrimiento cambió de calidad, intensidad y rumbo! Ahora se trata de algo "irremediable". Y lo irremediable, generalmente causa muchos menos pesares que una serie de esperanzas que se van destrozando con el tiempo. Antes, los "pesares" a que se refiere Shakespeare, estaban ligados a las esperanzas, pero ahora ya no. El éxito de los remedios esperados ya no existe más: ni en la realidad, ni en las esperanzas de nuestras ilusiones, y en este sentido, ante la "inutilidad" de los remedios esperados, los pesares ligados a esos remedios desaparecen.
¡Ahora hay nuevos pesares desnudos de esperanzas! Y la evolución del hombre ha demostrado que ante lo irremediable, somos más fuertes que ante los pesares ligados a nuestras esperanzas.
Jacintofayaviesca@hotmail.com